lunes, 22 de junio de 2009

¿Por qué el Padre Pío fue santo? (extractos de la homilìa de Benedicto XVI sobre San Pío de Pietrelcina)

Queridos amigos, frailes menores capuchinos, miembros de los grupos de oración y fieles todos de san Giovanni Rotondo, sois los herederos del padre Pío y la herencia que os ha dejado es la santidad. En una de sus cartas escribe: "Parece que el único tratamiento de Jesús para las manos es el de santificar vuestra alma" (Epístolas II, p. 155). Era siempre su primera preocupación, su ansia sacerdotal y paterna: que las personas regresaran a Dios, que pudieran experimentar su misericordia y, una vez renovados interiormente, redescubrir la belleza y la alegría de ser cristianos, de vivir en comunión con Jesús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio. El padre Pío atraía al camino de la santidad con su mismo testimonio, indicando con el ejemplo el "binomio" que nos conduce a ella: la oración y la caridad.

Ante todo la oración. Como todos los grandes hombres de Dios, el padre Pío se convirtió él mismo en oración, con el alma y con el cuerpo. Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María. Se explica así la singular presencia en él de dones sobrenaturales y de sentido práctico humano. Y todo tenía su culmen en la celebración de la santa misa: en ella, él se unía plenamente al Señor muerto y resucitado. De la oración, como de una fuente siempre viva, brotaba la caridad. El amor que él llevaba en el corazón y transmitía a los demás estaba lleno de ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y de las familias. Especialmente hacia los enfermos y dolientes, sustentaba la predilección del Corazón de Cristo, y precisamente de ella tuvo origen y forma el proyecto de una gran obra dedicada al "alivio del sufrimiento". No se puede entender ni interpretar adecuadamente esta institución si se la separa de su fuente inspiradora, que es la caridad evangélica, animada a su vez por la oración.

Muchos de vosotros, religiosos, religiosas y laicos, estáis tan absorbidos por miles de tareas que conlleva el servicio a los peregrinos o a los enfermos del hospital que corréis el riesgo de descuidar lo que es verdaderamente necesario: escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios. Cuando os deis cuenta de que corréis este riesgo, contemplad al padre Pío, su ejemplo, sus sufrimientos; e invocad su intercesión, para que os alcance del Señor la luz y la fuerza que necesitáis para continuar con vuestra misión empapada de amor por Dios y de caridad fraterna.

(Benedicto XVI, Homilía en la iglesia de san Pío de Pietrelcina, en San Giovanni Rotondo; 21-06-2009)

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