miércoles, 24 de junio de 2009

¿Cómo es la autoridad en la espiritualidad Franciscana? (a propósito del 187ª Capìtulo General de los franciscanos OFM)

El primer criterio se puede traducir en los términos con que el Evangelio define la autoridad de la Iglesia: no la potestad que domina, sino la caridad que sirve. El segundo crietrio es el de la acesibilidad de todos los hermanos, por lo general, en el ejercicio de la potestad eclesial de gobierno –al miniterium fratrum[i] en la Orden.
[i] 1R. 17,4: FF 46.

Francisco conocía bien las estructuras verticalistas y estratificantes de la ‘sociedad cristiana’ de su tiempo. El, sin embargo, a partir de su conversión, permaneció profundamente impresionado por una imagen bíblica de Jesús: no la imagen del Jesús Jefe, Maestro, Sacerdote, Rey, sino la del Jesús Siervo, desnudo, pobre, humilde y crucificado, el Jesús del lavatorio de los pies. Es muy significativa su insistencia acerca de estas ideas inspiradas dirctamente en el Evangelio y fundamentales, desde el punto de vista teológico, para su concepto de ‘minoridad’. Escribe en las Admoniciones: “No vine a ser servido, sino a servir (Mt. 20,28), dice el Señor. Los que han sido constituidos sobre otros, gloríense de tal prelacía tanto como si estuviesen encargados del oficio de lavar los pies a los hermanos. Y cuanto más se alteren por quitárseles la prelacía que el oficio de lavar los pies, tanto más atesoran en sus bolsas para peligro del alma”[i]. Francisco hace referencia a una metáfora indicativa de la falta de pobreza de espíritu, porque, acumulando para sí mismo, uno se ‘apropia’ –el contrario de vivir ‘sin nada proprio’[ii] del verdadero hermano menor –de la potestad y de los cargos, esclavo de la sobervia, de la vanagloria, de la avaricia, del deseo de dominar, en neto contraste con la actitud de Jesús que está en medio de los suyos “como aquel que sirve” (Lc. 22,27; cfr. Mc. 10,45). Por esto afirma también: “Ningún ministro se apropie el ser ministro (servicio) de los hermanos; de forma que, en cuanto se lo impongan, abandone su oficio sin réplica alguna”[iii].
[i] Adm. 4,1-3: FF 152. Cfr. 2R. 6,1: FF 90.
[ii] Cfr. 1R. 1,1: FF 4; 2R. 1,1: FF 75.
[iii] 1R. 17,4: FF 46.

LA IDENTIDAD DE LA ORDEN FRANCISCANA EN SU MOMENTO FUNDACIONAL (1998).

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