domingo, 28 de junio de 2009

¿Es posible santificar la política? (Extractos del discurso de Benedicto XVl sobre De Gasperi)

Alcide De Gasperi (*Pieve Tesino, Trento, 3 de abril de 1881 -† Sella di Valsugana, Trento, Italia, 19 de agosto de 1954) fue un político al que junto con Konrad Adenauer, Robert Schuman y Jean Monnet, se le considera como "padre de Europa" pues contribuyó decisivamente a la creación de las Comunidades Europeas. Además fue Ministro de Asuntos Exteriores y Primer Ministro de Italia, así como fundador de Democracia Cristiana (Italia) y último secretario del Partido Popular Italiano. Está en curso su proceso de beatificación. (Wikipedia).
Formado en la escuela del Evangelio, De Gasperi fue capaz de traducir en actos concretos y coherentes la fe que profesaba. Espiritualidad y política fueron en efecto dos dimensiones que convivieron en su persona y que caracterizaron su labor social y espiritual. Con prudente visión de futuro, guió la reconstrucción de la Italia surgida del fascismo y de la segunda guerra mundial, y le trazó con valor el camino hacia el futuro; defendió su libertad y su democracia; relanzó su imagen en ámbito internacional; promovió su recuperación económica abriéndose a la colaboración de todas las personas de buena voluntad.
"No soy un beato --escribía a su futura esposa Francesca-- ni siquiera religioso como debería ser; pero la personalidad del Cristo vivo me arrastra, me subyuga, me fascina como a un chiquillo. Ven, te quiero conmigo y que me sigas en esta misma atracción, como hacia un abismo de luz" (A. De Gasperi, Cara Francesca, Lettere, edición de M.R. De Gasperi, Morcelliana, Brescia 1999, pp. 40 -41).
Por tanto uno no se sorprende cuando se entera de que en su jornada, colmada de tareas institucionales, consideran siempre un amplio espacio a la oración y a la relación con Dios, comenzando cada día, cuando les era posible, con la participación en la Santa Misa.
Me limito a poner de relieve su reconocida rectitud moral, basada en una indiscutible fidelidad a los valores humanos y cristianos, como también la serena conciencia moral que le guió en las decisiones políticas.
Observaba que "para actuar en el campo social y político no bastan la fe ni la virtud, conviene crear y alimentar un instrumento adecuado a los tiempos... que tenga un programa, un método propio, una responsabilidad autónoma, una hechura y una gestión democráticas". Dócil y obediente a la Iglesia, fue por tanto autónomo y responsable en sus decisiones políticas, sin servirse de la Iglesia para fines políticos y sin descender nunca a compromisos con su recta conciencia. En el ocaso de sus días podrá decir: "He hecho todo lo que estaba en mi poder, mi conciencia está en paz", mientras se apagaba confortado por el apoyo de sus familiares, el 19 de agosto de 1954, tras haber musitado por tres veces el nombre de Jesús.
(Benedicto XVI, Discurso ante los miembros de la Fundación Alcide De Gasperi, 22-VI-2009)

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