jueves, 25 de junio de 2009

¿Cómo es la organización eclesial Franciscana? (a propósito del 187ª Capìtulo General de los franciscanos OFM)


De hecho, la idea de Francisco fue la de un proyecto de vida supradiocesano (que ningún obispo podía haber aprobado), no fijado a lugares como los monasterios, casas o comunidades estables, colocándose, en claro contraste, con el planteamiento de la vida religiosa tradicional y, también, con el de otras fundaciones del tiempo, por ejemplo, los Trinitarios y los Dominicos, itinerante a través de todos los caminos del mundo (el mundo era ‘su claustro’[i]), formado por grupos variables en la composición, cercanos al pueblo y a los necesitados, y evangelizadores mediante la llamada a la conversión evangélica y, sobre todo, con el ejemplo de un profundo amor fraterno y de una absoluta pobreza.
[i] Cfr. SC. 63: FF 2022; Vitry Hoc.: FF 2230.

Francisco, después de un serio discernimiento delante del Señor, eligió la dimensión apostólica de su proyecto de vida evangélica[i]; y así lo manifestó en las peticiones hechas al papa Inocencio III. La respuesta del Papa, concediendo a la fraternidad franciscana personalidad jurídica en el orden eclesiástico, fue clara y alentadora: confió a Francisco y a sus primeros compañeros el compromiso de la evangelización, en el sentido, sobre todo, de predicar la penitencia, es decir, la conversión de la vida al Evangelio[ii]. Las fuentes históricas atestiguan sin titubeos este importante ‘mandato/oficio eclesial’ –de poenitentia praedicanda- como parte esencial de las concesiones pontificias hechas durante el encuentro celebrado en el 1209/10. Se ha de subrayar que Inocencio III confirió este mandato eclesial a la fraternidad franciscana in solidum, por lo tanto, no sólo a los hermanos sacerdotes, sino también a los hermanos no sacerdotes[iii].
[i] Cfr. LM. 12,2: FF 1205; Flor. 16: FF 1845; 1C. 22: FF 356.
[ii] Este oficio se extendió, contra el parecer de los párrocos, de parte de Honorio III con la bula Cum dilecti filii, del 11 de junio de 1219 (BF. I, n. 2, p. 2: FF 2707). San Buenaventura considera fundamental la misión de la predicación obtenida de la Sede Apostólica para la identidad de la Orden: “…missi sunt Fratres a Sede Apostolica per mundum muniti eius testimonio” (S. BUENAVENTURA, Quare Fratres Minores praedicent et confessiones audiant, en Opera omnia VIII, p. 380).
[iii] “Les dio la bendición y les dijo: “Id con Dios, hermanos, y predicad a todos la penitencia, como El se dignare inspiraros” (TC. 49: FF 1458). Cfr. AP. 36: FF 1528; Vitry Hoc.: FF 2219; 1C. 33: FF 373; JULIAN DE ESPIRA, Vida de San Francisco, 21, en Analecta Franciscana 10, p. 345. En la Leyenda mayor (LM. 10: FF 1064) San Buenaventura sostiene que Francisco y sus primeros compañeros recibieron la tonsura ministerial (clerical), en cuanto se les confirió el noble oficio de la predicación. Por el contrario, según el testimonio de la Leyenda de los tres compañeros (TC. 52: FF 1461) y del Anónimo de Perusa (AP. 36: FF 1528), los hermanos que con Francisco fueron admitidos a la presencia de Inocencio III todos recbieron la tonsura de conversión (monástica) como testimonio público de su conversión a Dios (propter eorum devotionem). Probablemente San Buenaventura fue inducido a subrayar dicha interpretación como apoyo en la defensa del derecho de los Hermanos Menores en el ejercicio de la predicación y en la escucha de las confesiones reservado a los sacerdotes. Cfr. S. BUENAVENTURA, Quare Fratres…, en Opera omnia VIII, pp. 375-385.

LA IDENTIDAD DE LA ORDEN FRANCISCANA EN SU MOMENTO FUNDACIONAL (1998).

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