Moisés vio la Tierra Prometida a distancia, al final de su peregrinación terrena. Su ejemplo nos recuerda que nosotros no la hacemos sin la larga peregrinación del pueblo de Dios a través de la historia. En los pasos de los profetas, los apóstoles y los santos, estamos llamados a continuar la misión del Señor, para dar testimonio del Evangelio del amor y la misericordia universal de Dios nos llama para dar la bienvenida a la venida del Reino de Cristo a través de nuestro amor, nuestro servicio a los pobres y nuestros esfuerzos para ser levadura de la reconciliación, el perdón y la paz en el mundo que nos rodea. Sabemos que, como Moisés, no veremos el cumplimiento del plan de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, estamos seguros de que, haciendo nuestra parte, en la fidelidad a la vocación que cada uno ha recibido, contribuirá a hacer rectos los caminos del Señor y para saludar a los albores de su reino. Sabemos que Dios, quien reveló su nombre a Moisés como una promesa que está siempre a nuestro lado (cf. Ex 3:14), nos dará la fuerza para perseverar en la alegre esperanza de sufrimientos, pruebas y tribulaciones. (Benedicto XVI, “Discurso en el monte Nebo”, 09-V-2009).
De nuevo el llamado a la vocación de cada uno, en el “hacer la parte que nos toca en el plan divino”. Siempre he sentido admiración por las tradiciones, en especial esas familias en que los hijos siguen los pasos de los padres, o se apoyan en el esfuerzo de los padres. Yo anhelo mucho, pero aunque no logre todo lo que sueño, sé que dejaré una parte del camino hecho, seré un ladrillo más de un gran edificio.
De nuevo el llamado a la vocación de cada uno, en el “hacer la parte que nos toca en el plan divino”. Siempre he sentido admiración por las tradiciones, en especial esas familias en que los hijos siguen los pasos de los padres, o se apoyan en el esfuerzo de los padres. Yo anhelo mucho, pero aunque no logre todo lo que sueño, sé que dejaré una parte del camino hecho, seré un ladrillo más de un gran edificio.
La fe en Dios no elimina la búsqueda de la verdad, para fomentar lo contrario. San Pablo exhortó a los primeros cristianos a abrir sus mentes a todo "lo que es cierto, lo que es noble, lo que es correcto, lo que es puro, lo que es dulce, lo que es honorable, lo que es la virtud y lo que merece alabanza " (Flp 4,8). Por supuesto, la religión, como la ciencia y la tecnología, tales como la filosofía y todas las expresiones de nuestra búsqueda de la verdad puede romper. La religión es desfigurada cuando se ve obligada a servir a la ignorancia y los prejuicios, el desprecio, la violencia y el abuso. Aquí vemos no sólo la perversión de la religión, sino también la corrupción de la libertad humana. (…) La convocatoria a la integridad moral es percibido por la persona verdaderamente religiosa como el Dios de la verdad, el amor y la belleza no puede ser servido en cualquier otra forma. (Benedicto XVI, “Discurso de bendición de la primera piedra de la Universidad de Madaba”, 09-V-2009).
¿Por qué estas ideas no son entendidas por las personas que se dicen ser religiosas pero que se prestan para realizar atentados terroristas? ¿Cómo los cristianos desfiguramos hoy la religión, y qué debemos hacer para no hacerlo?
¿Por qué estas ideas no son entendidas por las personas que se dicen ser religiosas pero que se prestan para realizar atentados terroristas? ¿Cómo los cristianos desfiguramos hoy la religión, y qué debemos hacer para no hacerlo?
2 comentarios:
Opino que muchas veces somos como sarmientos que se separan de la vid y creemos poder subsistir por nuestros propios medio, finalmente nuestra fe se seca y muere, y ahí es donde transmitimos a un Cristo deformado por nuestra vanidad.
Señor yo creo, pero aumenta mi fe.
Gracias y bendiciones
GRacias Don Jorge!
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