domingo, 31 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: la importancia de la Sagrada Familia de Nazaret

En la primera lectura de hoy, tomada del libro del Eclesiástico (3, 3-7.14-17), la palabra de Dios presenta a la familia como la primera escuela de la sabiduría, una escuela que educa a los propios miembros en la práctica de esas virtudes que conducen a la felicidad auténtica y duradera. En el plan de Dios para la familia, el amor del marido y la mujer produce el fruto de nuevas vidas, y encuentra su expresión cotidiana en los esfuerzos amorosos de los padres para asegurar una formación integral humana y espiritual para sus hijos. En la familia cada persona, ya sea el niño más pequeño o el familiar más anciano, es valorada por lo que es en sí misma, y no es vista meramente como un medio para otros fines. Aquí empezamos a atisbar algunos de los papeles esenciales de la familia como primera piedra de la construcción de una sociedad bien ordenada y acogedora. Además alcanzamos a apreciar, dentro de la sociedad en general, el deber del Estado de apoyar a las familias en su misión educadora, de proteger la institución de la familia y sus derechos inherentes, y de asegurar que todas puedan vivir y florecer en condiciones de dignidad.
(...) las mujeres tienen un papel indispensable en la creación de esa "ecología humana" (Cf.
Centesimus annus, 39) de la que nuestro mundo y también esta tierra tienen una necesidad urgente: un ambiente en el que los niños aprendan a amar y querer a los demás, a ser honestos y respetuosos con todos, a practicar las virtudes de la misericordia y del perdón. (…)Del ejemplo fuerte y paterno de José, Jesús aprendió las virtudes de la piedad masculina, la fidelidad a la palabra dada, la integridad y del trabajo duro. En el carpintero de Nazaret vemos cómo la autoridad puesta al servicio del amor es infinitamente más fecunda que el poder que busca el dominio. ¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo del ejemplo, de la guía y de la silenciosa calma de hombres como José!
(Benedicto XVI, “Homilía del Papa en la misa celebrada en Nazaret”, 13-V-2009
).

viernes, 29 de mayo de 2009

Benedicto en Tierra Santa: paz sin justicia ni justicia sin perdón"

En palabras del difunto Papa Juan Pablo II, no puede haber "paz sin justicia ni justicia sin perdón" (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del año 2002). Imploro a todas las partes implicadas en este largo conflicto que aparten todo rencor y división que puedan quedar todavía en el camino de la reconciliación y lleguen a todos por igual, con generosidad y compasión y sin discriminación. Una coexistencia pacífica entre las poblaciones de Oriente Medio sólo puede conseguirse con un espíritu de cooperación y respeto mutuo, en el que los derechos y la dignidad de todos sean reconocidos y respetados.

Hago este llamamiento a los muchos jóvenes presentes hoy en los Territorios Palestinos: no permitáis que la pérdida de vidas humanas y la destrucción de las que habéis sido testigos, despierten resentimiento o amargura en vuestros corazones. Tened el coraje de resistir cualquier tentación que sintáis de recurrir a los actos de violencia o de terrorismo. Por el contrario, dejad que lo que habéis experimentado renueve vuestra determinación de construir la paz.


(Benedicto XVI, “Discurso del Papa en la bienvenida a los Territorios Palestinos”, 13-V-2009).


Desde el día de su nacimiento, Jesús fue "un signo de contradicción" (Lucas 2,34) y lo sigue siendo, también hoy. El Señor de los ejércitos, cuyos "orígenes son antiguos, desde tiempos remotos" (Miqueas 5,1), quiso inaugurar su Reino naciendo en esta pequeña ciudad, entrando a nuestro mundo en el silencio y humildad de una gruta, y yaciendo, como un niño necesitado de todo, en un pesebre. (…)En el nacimiento de su Hijo, reveló la venida de un Reino de amor: un amor divino que se abaja para sanarnos y levantarnos; un amor que se revela en la humillación y la debilidad de la Cruz, y que triunfa en la gloriosa resurrección a una nueva vida. Cristo ha traído un Reino que no es de este mundo, sino que es un Reino capaz de cambiar este mundo, pues tiene el poder de cambiar los corazones, de iluminar las mentes y de reforzar la voluntad. Al asumir nuestra carne, con todas sus debilidades, y al transfigurarla con el poder de su Espíritu, Jesús nos llamó a ser testigos de su victoria sobre el pecado y la muerte. El mensaje de Belén nos llama a esto: ¡a ser testigos del triunfo del amor de Dios sobre el odio, el egoísmo, el miedo y el rencor que paralizan las relaciones humanas y crean divisiones entre los hermanos que deberían vivir juntos en unidad, destrucción donde los hombres deberían edificar, desesperación donde la esperanza debería florecer!


(Benedicto XVI, “Homilía del Papa en la misa celebrada en Belén”, 13-V-2009).

lunes, 25 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: ¿Qué significado debe tener Jerusalén para judíos, cristianos y musulmanes?

Esta es la esperanza, esta es la visión que nos lleva a todos los que amamos a esta Jerusalén terrestre a verla como una profecía y una promesa de esa reconciliación universal y de esa paz que Dios desea para toda la familia humana. Tristemente, el hecho de estar bao los muros de esta misma ciudad nos lleva a considerar lo lejos que está nuestro mundo del cumplimiento de aquella profecía y promesa. En esta Ciudad Santa, donde la vida ha vencido a la muerte, donde el Espíritu ha sido infundido como primer fruto de la nueva creación, la esperanza sigue luchando contra la desesperación, la frustración y el cinismo, mientras la paz, que es don y llamamiento de Dios, sigue amenazada por el egoísmo, por el conflicto, por la división y por el peso de las ofensas del pasado. Por esta razón, la comunidad cristiana en esta ciudad, que fue testigo de la resurrección de Cristo y de la efusión del Espíritu, debe hacer todo lo posible por conservar la esperanza entregada por el Evangelio, teniendo en cuenta el precio de la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, testimoniando la fuerza del perdón y manifestando la naturaleza más profunda de la Iglesia como signo y sacramento de una humanidad reconciliada, renovada y convertida en una sola cosa en Cristo, el nuevo Adán. (…) Como un microcosmos de nuestro mundo globalizado, esta ciudad, debe vivir su vocación universal, debe ser un lugar que enseñe la universalidad, el respeto por los demás, el diálogo y la mutua compresión; un lugar donde el prejuicio, la ignorancia y el miedo que la alimenta, sean superados por la honestidad, la integridad y la búsqueda de la paz. No debería haber lugar entre estos muros para la mezquindad, la discriminación, la violencia y la injusticia. Los creyentes en un Dios de misericordia --ya sea que se identifiquen como judíos, cristianos o musulmanes--, deben ser los primeros en promover esta cultura de la reconciliación y de la paz, por más lento que sea el proceso y más agobiante el peso de los recuerdos pasados.

(Benedicto XVI, “Homilía en la misa celebrada en el Valle de Josafat”, 12-V-2009).

sábado, 23 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: ¿Qué nos une a cristianos y musulmanes?

El amor indiviso por el Dios Uno y la caridad hacia el prójimo se convierten en el eje alrededor del cual gira todo lo demás.
Ésta es la razón por la que trabajamos incansablemente para proteger los corazones humanos del odio, la ira o la venganza.
Queridos amigos, he venido a Jerusalén en un día de fe. Agradezco a Dios por esta ocasión para encontrarme con vosotros como obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro, pero también como niño de Abraham, por quien "todas las familias de la Tierra encuentran bendición" (Génesis 12, 3; cf. Romanos 4, 16-17).
Os aseguro el ardiente deseo de la Iglesia de cooperar para el bienestar de la familia humana. Ésta cree firmemente que el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham es universal, que abarca a todos los hombres y mujeres independientemente de su procedencia o status social.
Mientras musulmanes y cristianos promueven el respetuoso diálogo que han comenzado, rezo para que examinen cómo la unidad de Dios está indisolublemente ligada a la unidad de la familia humana.

(Benedicto XVI, “Discurso a los representantes musulmanes de Jerusalén”, 12-V-2009).

viernes, 22 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: Unidad entre cristianos y judíos

Judíos y cristianos están preocupados por asegurar el respeto por la sacralidad de la vida humana, la centralidad de la familia, una profunda educación de los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana; (…) el relativismo moral y las ofensas que este produce contra la dignidad de la persona humana

(Benedicto XVI, “Discurso en el Gran Rabinado de Jerusalén”, 11-V-2009).


Nuestra vida como cristianos no es simplemente un esfuerzo humano por vivir las exigencias del Evangelio impuestas a nosotros como deberes. La Eucaristía nos introduce en el misterio del amor divino. Nuestras vidas se convierten en una aceptación agradecida, dócil y activa del poder de un amor que se nos ha dado. Este amor transformador, que es gracia y verdad (cf. Juan 1,17), nos invita, como individuos y como comunidad, a superar las tentaciones de replegarnos sobre nosotros mismos en el egoísmo o en la indolencia, en el aislamiento, en el prejuicio o en el miedo, y a entregarnos generosamente en el Señor a los demás. Nos lleva como comunidad cristiana a ser fieles a nuestra misión con franqueza y valentía (cf. Hechos 4,13). En el Buen Pastor, que da su vida por su grey, en el Maestro que lava los pies a sus discípulos, mis queridos hermanos, encontráis el modelo de vuestro ministerio al servicio de nuestro Dios que promueve amor y comunión.

(Benedicto XVI, “Discurso en el Cenáculo a los ordinarios de Tierra Santa”, 11-V-2009).

miércoles, 20 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: ¿Por qué no debemos NUNCA olvidar el holocausto o Shoá?


"Yo he de darles en mi casa y en mis muros un monumento y un nombre... les daré un nombre que no será borrado, que nunca será cancelado" (Isaías 56, 5).
Este pasaje, tomado del Libro del profeta Isaías, presenta dos frases sencillas que expresan de manera solemne el significado profundo de este lugar venerado: yad, "memorial"; shem, "nombre". He venido aquí para detenerme en silencio ante este monumento, erigido para honrar la memoria de los millones de judíos asesinados en la horrenda tragedia de la Shoá. Perdieron la vida, pero no perderán nunca sus nombres: están indeleblemente grabados en los corazones de sus seres queridos, de sus compañeros de prisión, y de quienes están decididos a no permitir nunca que un horror así pueda volver a deshonrar a la humanidad. Sus nombres, en particular y sobre todo, están grabados para siempre en la memoria de Dios Omnipotente.
Uno puede despojar al vecino de sus posesiones, de las oportunidades o de la libertad..., se puede tejer una insidiosa red de mentiras para convencer a los demás de que ciertos grupos no merecen respeto. Y, sin embargo, por más que se esfuerce, nunca se puede quitar el nombre de otro ser humano.
La Iglesia católica, comprometida en las enseñanzas de Jesús y decidida a imitar el amor por toda persona, siente profunda compasión por las víctimas aquí recordadas. Del mismo modo, está junto a quienes sufren persecuciones a causa de la raza, el color, la condición de vida, o la religión.
(Benedicto XVI, “Discurso del Papa en el Memorial Yad Vashem”, 11-V-2009).


lunes, 18 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: La paz es fruto de la unidad sincera con Dios

El justo orden de las relaciones sociales presupone y exige el respeto por la libertad y la dignidad de todo ser humano, que cristianos, musulmanes y judíos creen igualmente creado por un Dios amoroso y destinado a la vida eterna. Cuando la dimensión religiosa de la persona humana es negada o marginada, se pone en peligro el fundamento mismo de una correcta comprensión de los derechos humanos inalienables.

En unión con todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que exploren toda vía posible para la búsqueda de una solución justa a las enormes dificultades, para que ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria que sea la suya, dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas. Al respecto, espero y rezo para que pronto se pueda crear un clima de mayor confianza, que haga a las partes capaces de realizar progresos reales en el camino hacia la paz y la estabilidad.

(Benedicto XVI, “Discurso del Papa a su llegada al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv”, 11-V-2009).

A los líderes religiosos hoy presentes quisiera decirles que la contribución particular de las religiones en la búsqueda de la paz se funda primariamente sobre la búsqueda apasionada y concorde de Dios. Nuestra es la tarea de proclamar y testimoniar que el Omnipotente está presente y se puede conocer aun cuando aparece escondido a nuestra vista, que Él actúa en nuestro mundo para nuestro bien, y que el futuro de la sociedad está marcado por la esperanza cuando vibra en armonía con el orden divino. (…) Por tanto, los líderes religiosos deben ser conscientes de que cualquier división o tensión, toda tendencia a la introversión o a la sospecha entre los creyentes o entre nuestras comunidades puede fácilmente conducir a una contradicción que oscurece la unicidad del Omnipotente, traiciona nuestra unidad y contradice al Único que se revela a sí mismo como "rico en amor y fidelidad" (Éxodo 34, 6; Salmo 138,2; Salmo 85, 11). (…) Gentiles señoras y señores, una seguridad duradera es cuestión de confianza, alimentada en la justicia y en la integridad, fraguada por la conversión de los corazones que nos obliga a mirar al otro a los ojos y que sabe reconocer al "Tu" como un igual a mí, un hermano, una hermana. De esta forma ¿no se convertiría quizás la misma sociedad en "un jardín colmado de frutos" (cfr Isaías 32,15), que no esté marcado por bloqueos y obstrucciones sino por la cohesión y la armonía? ¿No podría convertirse en una comunidad de nobles aspiraciones, donde a todos con agrado se les da acceso a la educación, a la vivienda familiar, a la posibilidad de empleo, una sociedad dispuesta a edificar sobre los fundamentos duraderos de la esperanza?

(Benedicto XVI, “Discurso sobre la paz ante el presidente de Israel Shimon Peres”, 11-V-2009).

domingo, 17 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santas: ¿Qué es la Iglesia?

La primera piedra de una iglesia es símbolo de Cristo. La Iglesia se apoya en Cristo, está sostenida por Él y no se puede separar de Él. Él es el único cimiento de toda comunidad cristiana, la piedra viva, rechazada por los constructores pero preciosa a los ojos de Dios y elegida por Él como piedra angular (Cf. 1 Pedro 2, 4-5.7). Con Él, también nosotros somos piedras vivas construidas como edificio espiritual, lugar de morada para Dios (Cf Efesios 2, 20-22; 1 Pedro 2, 5). A san Agustín le gustaba hacer referencia al misterio de la Iglesia como al Christus totus, el Cristo entero, el Cuerpo de Cristo pleno y completo, Cabeza y miembros. Esta es la realidad de la Iglesia: es Cristo y nosotros, Cristo con nosotros. Él es con nosotros como la vida con sus sarmientos (Cf. Juan 15, 1-8). La Iglesia es en Cristo una comunidad de vida nueva, un realidad dinámica de gracia que procede Él. A través de la Iglesia, Cristo purifica nuestros corazones, ilumina nuestras mentes, nos une con el Padre y, en el único Espíritu, nos conduce a un ejercicio diario de amor cristiano. Confesamos esta gozosa realidad como Iglesia una, santa, católica, y apostólica. (Benedicto XVI, “Discurso en el lugar del Bautismo de Cristo en el Jordán, Jordania”, 10-V-2009).

¿Cuándo comenzó la devoción a la Madre de Jesús entre los cristianos?

La devoción a la Virgen en la Iglesia Primitiva
Como han puesto en evidencia los estudios mariológicos recientes, la Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios y Madre nuestra desde los albores del cristianismo.
primeroscristianos.com

En los tres primeros siglos la veneración a María está incluida fundamentalmente dentro del culto a su Hijo. Un Padre de la Iglesia resume el sentir de este primigenio culto mariano refiriéndose a María con estas palabras: "Los profetas te anunciaron y los apóstoles te celebraron con las más altas alabanzas".
De estos primeros siglos sólo pueden recogerse testimonios indirectos del culto mariano. Entre ellos se encuentran algunos restos arqueológicos en las catacumbas, que demuestran el culto y la veneración, que los primeros cristianos tuvieron por María.
Tal es el caso de las pinturas marianas de las catacumbas de Priscila: en una de ellas se muestra a la Virgen nimbada con el Niño al pecho y un profeta (quizá Isaías) a un lado; las otras dos representan la Anunciación y la Epifanía. Todas ellas son de finales del siglo II. En las catacumbas de San Pedro y San Marceliano se admira también una pintura del siglo III/IV que representa a María en medio de S. Pedro y S. Pablo, con las manos extendidas y orando.
Una magnífica muestra del culto mariano es la oración "Sub tuum praesidium" (Bajo tu amparo nos acogemos) que se remonta al siglo III-IV, en la que se acude a la intercesión a María.
Los Padres del siglo IV alaban de muchas y diversas maneras a la Madre de Dios. San Epifanio, combatiendo el error de una secta de Arabia que tributaba culto de latría a María, después de rechazar tal culto, escribe: "¡Sea honrada María! !Sea adorado el Señor!".
La misma distinción se aprecia en San Ambrosio quien tras alabar a la " Madre de todas las vírgenes" es claro y rotundo, a la vez, cuando dice que "María es templo de Dios y no es el Dios del templo" , para poner en su justa medida el culto mariano, distinguiéndolo del profesado a Dios.
Hay constancia de que en tiempo del papa San Silvestre, en los Foros, donde se había levantado anteriormente un templo a Vesta, se construyó uno cuya advocación era Santa María de la Antigua. Igualmente el obispo Alejandro de Alejandría consagró una Iglesia en honor de la Madre de Dios. Se sabe, además, que en la iglesia de la Natividad en Palestina, que se remonta a la época de Constantino, junto al culto al Señor, se honraba a María recordando la milagrosa concepción de Cristo.
En la liturgia eucarística hay datos fidedignos mostrando que la mención venerativa de María en la plegaria eucarística se remonta al año 225 y que en las fiestas del Señor -Encarnación, Natividad, Epifanía, etc.- se honraba también a su Madre. Suele señalarse que hacia el año 380 se instituyó la primera festividad mariana, denominada indistintamente "Memoria de la Madre de Dios", "Fiesta de la Santísima Virgen", o "Fiesta de la gloriosa Madre".
El testimonio de los padres de la Iglesia
El primer Padre de la Iglesia que escribe sobre María es San Ignacio de Antioquía (+ c. 110), quien contra los docetas, defiende la realidad humana de Cristo al afirmar que pertenece a la estirpe de David, por nacer verdaderamente de María Virgen. Fue concebido y engendrado por Santa María; esta concepción fue virginal, y esta virginidad pertenece a uno de esos misterios ocultos en el silencio de Dios.
En San Justino (+ c. 167) la reflexión mariana aparece remitida a Gen 3, 15 y ligada al paralelismo antitético de Eva-María. En el Diálogo con Trifón, Justino insiste en la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad de la maternidad de Santa María sobre Jesús y, al igual que San Ignacio de Antioquía, recalca la verdad de la concepción virginal, e incorpora el paralelismo Eva-María a su argumentación teológica. Se trata de un paralelismo que servirá de hilo conductor a la más rica y constante teología mariana de los Padres.
San Ireneo de Lyon (+ c. 202), en un ambiente polémico contra los gnósticos y docetas, insiste en la realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación en las entrañas de María. Hace, además, de la maternidad divina una de las bases de su cristología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance a todo el género humano. Destaca también el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y en su cooperación con el Redentor.
En el Norte de África Tertuliano (+ c. 222), en su controversia con el gnóstico Marción), afirma que María es Madre de Cristo porque ha sido engendrado en su seno virginal.
En el siglo III se comienza a utilizar el título Theotókos (Madre de Dios). Orígenes (+ c. 254) es el primer testigo conocido de este título. En forma de súplica aparece por primera vez en la oración Sub tuum praesidium, que -como hemos dicho anteriormente- es la plegaria mariana más antigua conocida. Ya en el siglo IV el mismo título se utiliza en la profesión de fe de Alejandro de Alejandría contra Arrio.
A partir de aquí cobra universalidad y son muchos los Santos Padres que se detienen a explicar la dimensión teológica de esta verdad -San Efrén, San Atanasio, San Basilio, San Gregorio de Nacianzo, San Gregorio de Nisa, San Ambrosio, San Agustín, Proclo de Constantinopla, etc.-, hasta el punto de que el título de Madre de Dios se convierte en el más usado a la hora de hablar de Santa María. La verdad de la maternidad divina quedó definida como dogma de fe en el Concilio de Éfeso del año 431.
Las prerrogativas o privilegios marianos
La descripción de los comienzos de la devoción mariana quedaría incompleta si no se mencionase un tercer elemento básico en su elaboración: la firme convicción de la excepcionalidad de la persona de Santa María -excepcionalidad que forma parte de su misterio- y que se sintetiza en la afirmación de su total santidad, de lo que se conoce con el calificativo de "privilegios" marianos.
Se trata de unos "privilegios" que encuentran su razón en la relación maternal de Santa María con Cristo y con el misterio de la salvación, pero que están realmente en Ella dotándola sobreabundantemente de las gracias convenientes para desempeñar su misión única y universal. Estos privilegios o prerrogativas marianas no se entienden como algo accidental o superfluo, sino como algo necesario para mantener la integridad de la fe.
San Ignacio, San Justino y Tertuliano hablan de la virginidad. También lo hace San Ireneo. En Egipto, Orígenes defiende la perpetua virginidad de María, y considera a la Madre del Mesías como modelo y auxilio de los cristianos.
En el siglo IV, se acuña el término aeiparthenos -siempre virgen-, que S. Epifanio lo introduce en su símbolo de fe y posteriormente el II Concilio Ecuménico de Constantinopla lo recogió en su declaración dogmática.
Junto a esta afirmación de la virginidad de Santa María, que se va haciendo cada vez más frecuente y universal, va destacándose con el paso del tiempo la afirmación de la total santidad de la Virgen. Rechazada siempre la existencia, de pecado en la Virgen, se aceptó primero que pudieron existir en Ella algunas imperfecciones.
Así aparece en San Ireneo, Tertuliano, Orígenes, San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Efrén, San Cirilo de Alejandría, mientras que San Ambrosio y San Agustín rechazan que se diesen imperfecciones en la Virgen.
Después de la definición dogmática de la maternidad divina en el Concilio de Éfeso (431), la prerrogativa de santidad plena se va consolidando y se generaliza el título de "toda santa" -panaguía-. En el Akathistos se canta "el Señor te hizo toda santa y gloriosa" (canto 23).
A partir del siglo VI, y en conexión con el desarrollo de la afirmación de la maternidad divina y de la total santidad de Santa María, se aprecia también un evidente desarrollo de la afirmación de las prerrogativas marianas.
Así sucede concretamente en temas relativos a la Dormición, a la Asunción de la Virgen, a la total ausencia de pecado (incluido el pecado original) en Ella, o a su cometido de Mediadora y Reina. Debemos citar especialmente a S. Modesto de Jerusalén, a S. Andrés de Creta, a S. Germán de Constantinopla y a S. Juan Damasceno como a los Padres de estos últimos siglos del periodo patrístico que más profundizaron en las prerrogativas marianas.

sábado, 16 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: ¿Cuál es el aporte del cristiano a los problemas del Oriente Medio?

He hecho una selección de frases de nuestro Papa, que condensan las bases de la fuerza de cada cristiano en Oriente Medio, para lograr iluminar la vida en esta región tan castigada y sufriente.

Verdaderamente Jesús "nos conoce", más profundamente de lo que nos conocemos a nosotros mismos, y tiene un plan para cada uno. Debemos saber que allí donde Él nos llame, encontraremos felicidad y realización personal; de hecho nos encontraremos a nosotros mismos (cf. Mateo 10,39). Hoy invito a los muchos jóvenes aquí presentes a considerar cómo el Señor les está llamando a seguirle para edificar su Iglesia. Ya sea en el ministerio sacerdotal o en la vida consagrada, ya sea en el sacramento del matrimonio, Jesús tiene necesidad de vosotros para hacer escuchar su voz y para trabajar por el crecimiento de su Reino. (…) Que cada familia cristiana pueda crecer en la fidelidad a esta noble vocación de ser una verdadera escuela de oración, en la que los niños aprendan el sincero amor de Dios, maduren en la autodisciplina y en la atención a las necesidades de los demás, y en la que, modelados por la sabiduría que proviene de la fe, contribuyan a construir una sociedad cada vez más justa y fraterna. (…) La Iglesia, y la sociedad en su conjunto, han llegado a darse cuenta de la urgencia con la que necesitamos eso que mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, llamaba "el carisma profético" de las mujeres (cf. Mulieris dignitatem, 29) como portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz, comunicadoras de calor y humanidad a un mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con fríos criterios de explotación y provecho. Con su testimonio público de respeto por las mujeres y con su defensa de la connatural dignidad de cada persona humana, la Iglesia en Tierra Santa puede dar una importante contribución al desarrollo de una cultura de verdadera humanidad y a la construcción de una civilización del amor.
La comunidad católica de aquí está profundamente afectada por las dificultades e incertidumbres que viven todos los habitantes de Oriente Medio; ¡no olvidéis nunca la gran dignidad que deriva de vuestra herencia cristiana, y que no desfallezca el sentido de amorosa solidaridad hacia todos vuestros hermanos y hermanas de la Iglesia en todo el mundo!. (…) La fidelidad a sus raíces cristianas, la fidelidad a la misión de la Iglesia en Tierra Santa, os exigen una valentía particular: la valentía de la convicción que nace de una fe personal, no simplemente de una convicción social o de una tradición familia; la valentía para comprometerse en el diálogo y trabajar codo a codo con los demás cristianos en el servicio del Evangelio y en la solidaridad con el pobre, el refugiado y las víctimas de profundas tragedias humanas; la valentía de construir nuevos puentes para hacer posible un fecundo encuentro de personas de diferentes religiones y culturas y así enriquecer el tejido de la sociedad. Esto significa también dar testimonio del amor que nos inspira a "sacrificar" vuestra vida en el servicio a los demás y así afrontar maneras de pensar que justifican el "truncamiento" de vidas inocentes.
(Benedicto XVI, “Homilía en la misa celebrada en el Estadio Internacional de Ammán, Jordania”, 11-V-2009).

¿Puede un cura en una homilía o en misa o en cualquier momento, gritar el eslogan: "¡Patria, socialismo o muerte, Venceremos!?

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Quién dijo que los católicos estamos en contra del buen sexo?

Una vez le escuché en España a un cura del Opus Dei, que mientras más "cachondo" (lleno de deseo sexual) estaban los esposos mejor era el sexo y por tanto el matrimonio se fortalecía; y agregaba que San Josemaría Escrivá "bendecía con las dos manos por no tener cuatro el lecho conyugal; que además consideraba un altar". Nunca he pensado lo contrario, es por ello que acá les dejo esta noticia.

Publican el "Kama Sutra católico"
Redacción
BBC Mundo

La editorial Sw. Pawel ha pedido una reedición y maneja la posibilidad de traducir el libro a otros idiomas.
El libro de un sacerdote católico polaco que defiende el "sexo divino" se ha convertido en éxito de ventas y ya ha sido bautizado el "Kama Sutra católico". Brinda consejos teológicos -pero también muy prácticos- a los esposos que quieren darle un toque más "picante" a su vida sexual.
En el libro, titulado "El sexo que no conoces: para parejas casadas que aman a Dios", el padre franciscano Ksawery Knotz intenta mejorar la relación sexual de maridos y esposas creyentes, reforzando la idea de que tener buen sexo es clave para tener un buen matrimonio.
Knotz busca evitar que el sexo se convierta para los casados en algo aburrido, puesto que -dice- es algo santo, que "debería ser picante, sorprendente y estar cargado de fantasías".

En su página en internet, en un apartado titulado "la teología del orgasmo", el monje afirma que éste puede asemejarse a la felicidad del cielo.
Este abordaje novedoso de "El sexo que no conoces..." mereció comentarios positivos de un jesuita en Argentina, quien en conversación con BBC Mundo dijo coincidir "plenamente" con la visión del sexo que predica Knotz. Por su parte, un sacerdote del Opus Dei en México resaltó la importancia del tema, pero dijo que él no entraría en detalles.
"Las caricias más deseadas"
El matrimonio puede demostrar su amor de todas las formas posibles. Esto puede incluir estimulación manual u oral
Padre Ksawery Knotz
Es que el padre Knotz es bastante gráfico a la hora de describir la "divina unión", y se aventura en un territorio que muchos católicos consideran tabú.
"Algunos, cuando escuchan hablar de la santidad de la relación sexual de los esposos, inmediatamente se imaginan que ese sexo está desprovisto de placer, juegos frívolos, fantasías o posiciones atractivas", escribe.
"Piensan que debe ser triste, como una vieja canción de iglesia", agrega.
"Todo acto -caricia, posición sexual- que tiene como objetivo la exitación del cónyuge está permitido, y agrada a Dios. Durante el acto sexual, el matrimonio puede demostrar su amor de todas las formas posibles, y brindarle al otro las caricias más deseadas", reza Knotz en su libro.
"Esto puede incluir estimulación manual u oral", afirma.
Los detalles, a los médicos

Muchos de los consejos de Knotz se pueden leer también en su página web, donde asesora a matrimonios.
Este tipo de precisiones "competen más a un médico, o un consejero matrimonial", dijo a BBC Mundo el sacerdote del Opus Dei Gustavo Ruiz, capellán de la Universidad Panamericana.
El padre Ruiz afirmó que la doctrina de la Iglesia Católica recomienda a los sacerdotes atenerse a "lo doctrinal, lo pastoral o lo relacionado con la conciencia", puesto que "no somos médicos, abogados ni psicólogos".
De todas formas, coicidió en que "es una necesidad, un bien y un valor" que se traten las relaciones sexuales del matrimonio, ya que "son muy importantes para que los esposos mejoren su trato y cuando falta esta intimidad pueden surgir una serie de problemas".
Con Knotz y Ruiz coincidió el cura jesuita Enrique Fabbri, capellán del Colegio El Salvador, en Buenos Aires. Fabbri, quien lleva cerca de 50 años aconsejando a matrimonios, recordó que el sexo es parte "constitutiva del sacramento", hasta el punto que la Iglesia Católica llega a anular los matrimonios en que la unión sexual no se da.
El acto sexual debe ser "pleno, alegre, generoso, juguetón y hasta con una pizca de humor. Respetando siempre al otro, se podrán sobrellevar esos momentos en que las cosas no salen bien", dijo Fabbri.
El sexo y Dios
La iglesia somos todos y algunos han estado demasiado centrados en el hijo, hasta el punto que llegan a ver como peligrosa esa entrega corporal. No así el Papa Juan Pablo II. Yo tampoco
P. Enrique Fabbri
El papa Juan Pablo II y Benedicto XVI han escrito sobre la ética del amor, el matrimonio y la familia, y algunos laicos incluso han publicado guías sexuales para católicos. Pero pocos han abordado el tema de forma tan explícita como Knotz.
"Las parejas casadas celebran el sacramento y su vida en Cristo durante el acto sexual", asegura Knotz.
"Decir que el sexo es una celebración del sacramento del matrimonio eleva su dignidad en una forma excepcional. Semejante afirmación sorprende a la gente que ha aprendido a ver la sexualidad con malos ojos. Es difícil hacerlos comprender que Dios también está interesado en que lleven una vida sexual feliz, y que les ha dado un regalo en esto", agregó el fraile polaco.
El padre Ruiz explicó que "hace unas décadas estos temas no se trataban abiertamente, antes quizá eran un tabú o incluso se satanizaban las relaciones sexuales. No estaba proscrito sólo en el ámbito eclesial, sino también en otros ámbitos".
Según este sacerdote del Opus Dei, "ha habido un giro en el derecho canónico, que antes se centraba más en el aspecto procreativo y ahora matiza, e incluye más la relación de pareja". A su entender, esto se debe a que en los últimos dos siglos se abordaron distintos campos del conocimiento con ópticas nuevas, de forma que el desarrollo científico y tecnológico, de la mano del avance teológico, contribuyó a ver este tema con otros ojos.
El sacerdote juesuita lo formula así: "La iglesia somos todos y algunos han estado demasiado centrados en el hijo, hasta el punto que llegan a ver como peligrosa esa entrega corporal. No así el Papa Juan Pablo II. Yo tampoco".
"Yo no creo que el hijo sea el objetivo central de esa entrega, sino que es fruto de ese acto, que es generoso, juguetón y chispeante, y al mismo tiempo, con fair play, sin trampas ni infidelidades", dice el padre Fabbri.
Kama Sutra sí, condón no
El padre Knotz enfatiza que su libro no se aparta de la postura de la iglesia Católica. Desaconseja el uso de preservativos, afirmando que "llevan al matrimonio fuera de la cultura católica, y promueven un estilo de vida completamente distinto".
En cuanto a aquellos que ponen en duda la experiencia de un monje célibe en materia sexual, Knotz desestima su argumento, explicando que ha asesorado a muchos matrimonios y que incluso administra una página de internet en la que se brindan consejos sexuales.
"No se requiere tener una insuficiencia cardíaca para ser cardiólogo, ni ser alcohólico para trabajar como terapeuta", se defiende.
Su condición de fraile parece no haberle importado a muchos. De hecho, su libro, que ha sido respaldado por la iglesia Católica polaca, se ha convertido en un éxito de ventas.
La editorial Sw. Pawel ha encargado una redición luego de que la primera tirada desapareciera de los estantes de las librerías, y maneja la posibilidad de traducirlo a otros idiomas
.

Benedicto XVI en Tierra Santa:en los días siguientes esperamos seguir meditando los discursos de nuestro Papa

El Papa con un rabino y un imán tomado de las manos en oración, este jueves 14 de mayo.
Y así, como hace dos mil años en Antioquía los discípulos fueron llamados por primera vez cristianos, del mismo modo también hoy, como pequeñas minorías en comunidad diseminadas por estas tierras, también vosotros sois reconocidos como seguidores del Señor. La pública manifestación de vuestra fe cristiana no queda ciertamente reducida a la solicitud espiritual que tenéis los unos por los otros y por vuestra gente, por más esencial que sea. Por el contrario, vuestras numerosas iniciativas de caridad universal se extienden a todos los jordanos, musulmanes y de otras religiones, y también al gran número de refugiados que este reino acoge tan generosamente. (…) Esta esperanza llega mucho más allá de las fronteras de nuestras comunidades cristianas. De este modo descubrís con frecuencia que las familias de otras religiones, para las que trabajáis y ofrecéis vuestro servicio de caridad universal, tienen preocupaciones y dificultades que superan los confines culturales y religiosos. Esto se experimenta particularmente en lo que se refiere a las esperanzas y las aspiraciones de los padres para sus niños. ¿Qué padre o persona de buena voluntad no se sentiría turbado ante los influjos negativos tan penetrantes de nuestro mundo globalizado, incluidos los elementos destructivos de la industria de la diversión que con tanta insensibilidad se sirven de la inocencia y la fragilidad de la persona vulnerable y del joven? Sin embargo, con vuestros ojos fijos en Cristo, la luz que dispersa todo mal, restablece la inocencia perdida, y humilla el orgullo terreno, ofreceréis una magnífica visión de esperanza a todos los que encontráis y servís. (Benedicto XVI, “Discurso en la catedral greco-melquita de San Jorge, en Ammán”, 09-V-2009).
En verdad que pareciera casi imposible no desarrollar una actitud defensiva con el que profesa una religión diferente a la propia; pero con un poco de sensibilidad y mirada sobrenatural nos hacemos concientes que tenemos más en común de lo que creemos, en especial en un mundo cada día más pagano.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Los católicos amamos a Israel

Disculpen la nota personal, es que no aguanté las ganas de proclamar dos principios de los cuales me siento muy orgulloso (y que se moleste el que quiera, ¡me da igual!)




lunes, 11 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: diálogo entre cristianos y musulmanes

Debemos preocuparnos por el hecho de que hoy, con insistencia cada vez mayor, algunos consideran que la religión ha fracasado en su aspiración de ser, por su misma naturaleza, constructora de unidad y de armonía, una expresión de comunión entre personas y con Dios. De hecho, algunos afirman que la religión es necesariamente una causa de división en nuestro mundo; y por este motivo afirman que lo mejor es prestar la menor atención posible a la religión en la esfera pública. Por desgracia, no se pueden negar las tensiones y divisiones entre seguidores de diferentes tradiciones religiosas. Sin embargo, ¿acaso no sucede con frecuencia que la manipulación ideológica de las religiones, en ocasiones con objetivos políticos, se convierte en el auténtico catalizador de las tensiones y divisiones y con frecuencia también de la violencia en la sociedad? Ante esta situación, en la que los opositores de la religión no sólo tratan de acallar su voz sino de sustituirla con la suya, se experimenta de una manera más aguda la necesidad de que los creyentes sean fieles a sus principios y creencias. Musulmanes y cristianos, a causa del peso de nuestra historia común tan frecuentemente marcada por incomprensiones, tienen que comprometerse hoy por ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios fieles a la oración, deseosos de comportarse y vivir según las disposiciones del Omnipotente, misericordiosos y compasivos, coherentes para dar testimonio de todo lo que es justo y bueno, recordando siempre el origen común y la dignidad de cada persona humana, que constituye la cumbre del designio creador de Dios para el mundo y la historia.

Juntos, cristianos y musulmanes, están llamados a buscar todo lo que es justo y recto. Estamos comprometidos a sobrepasar nuestros intereses particulares y a alentar a los demás, en particular los administradores y líderes sociales, a hacer lo mismo para experimentar la satisfacción profunda de servir al bien común, incluso en detrimento de uno mismo. Se nos recuerda que precisamente porque nuestra dignidad humana constituye el origen de los derechos humanos universales, éstos son válidos para todo hombre y mujer, sin distinción de grupos religiosos, sociales o étnicos. Bajo este aspecto, tenemos que subrayar que el derecho a la libertad religiosa va más allá de la cuestión del culto e incluye el derecho --en particular de las minorías-- del justo acceso al mercado del empleo y a las demás esferas de la vida civil.
(Benedicto XVI, "Discurso en la mezquita nacional jordana de Al-Hussein Bin Talal", 09-V-2009)

domingo, 10 de mayo de 2009

Benedicto XVI en Tierra Santa: Monte Nebo y Universidad de Madaba (meditación sobre sus discursos)

Moisés vio la Tierra Prometida a distancia, al final de su peregrinación terrena. Su ejemplo nos recuerda que nosotros no la hacemos sin la larga peregrinación del pueblo de Dios a través de la historia. En los pasos de los profetas, los apóstoles y los santos, estamos llamados a continuar la misión del Señor, para dar testimonio del Evangelio del amor y la misericordia universal de Dios nos llama para dar la bienvenida a la venida del Reino de Cristo a través de nuestro amor, nuestro servicio a los pobres y nuestros esfuerzos para ser levadura de la reconciliación, el perdón y la paz en el mundo que nos rodea. Sabemos que, como Moisés, no veremos el cumplimiento del plan de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, estamos seguros de que, haciendo nuestra parte, en la fidelidad a la vocación que cada uno ha recibido, contribuirá a hacer rectos los caminos del Señor y para saludar a los albores de su reino. Sabemos que Dios, quien reveló su nombre a Moisés como una promesa que está siempre a nuestro lado (cf. Ex 3:14), nos dará la fuerza para perseverar en la alegre esperanza de sufrimientos, pruebas y tribulaciones. (Benedicto XVI, “Discurso en el monte Nebo”, 09-V-2009).

De nuevo el llamado a la vocación de cada uno, en el “hacer la parte que nos toca en el plan divino”. Siempre he sentido admiración por las tradiciones, en especial esas familias en que los hijos siguen los pasos de los padres, o se apoyan en el esfuerzo de los padres. Yo anhelo mucho, pero aunque no logre todo lo que sueño, sé que dejaré una parte del camino hecho, seré un ladrillo más de un gran edificio.

La fe en Dios no elimina la búsqueda de la verdad, para fomentar lo contrario. San Pablo exhortó a los primeros cristianos a abrir sus mentes a todo "lo que es cierto, lo que es noble, lo que es correcto, lo que es puro, lo que es dulce, lo que es honorable, lo que es la virtud y lo que merece alabanza " (Flp 4,8). Por supuesto, la religión, como la ciencia y la tecnología, tales como la filosofía y todas las expresiones de nuestra búsqueda de la verdad puede romper. La religión es desfigurada cuando se ve obligada a servir a la ignorancia y los prejuicios, el desprecio, la violencia y el abuso. Aquí vemos no sólo la perversión de la religión, sino también la corrupción de la libertad humana. (…) La convocatoria a la integridad moral es percibido por la persona verdaderamente religiosa como el Dios de la verdad, el amor y la belleza no puede ser servido en cualquier otra forma. (Benedicto XVI, “Discurso de bendición de la primera piedra de la Universidad de Madaba”, 09-V-2009).

¿Por qué estas ideas no son entendidas por las personas que se dicen ser religiosas pero que se prestan para realizar atentados terroristas? ¿Cómo los cristianos desfiguramos hoy la religión, y qué debemos hacer para no hacerlo?

Benedicto XVI en Tierra Santa: "Somos peregrinos"

Queridos amigos: cada uno de nosotros es un peregrino. Todos estamos orientados a avanzar decididamente por el camino de Dios. (…) A veces es difícil encontrar una razón para aquello que se nos presenta sólo como un obstáculo que superar o como una prueba -física o emotiva- que soportar. Pero la fe y la razón nos ayudan a ver un horizonte más allá de nosotros para imaginar la vida como Dios la quiere. El amor incondicional de Dios, que da la vida a cada individuo, tiene un significado y un objetivo para cada vida humana. Su amor salva (Cf. Juan 12,32). Como lo profesan los cristianos, a través de la Cruz, Jesús nos introduce en la vida eterna y de este modo nos indica el camino hacia el futuro, el camino de la esperanza que guía cada paso que damos a través del camino, de manera que también nosotros nos convertimos en difusores de esta esperanza y caridad para los demás. (…) En nuestras pruebas personales y estando al lado de los demás en sus sufrimientos nos hacemos, de alguna forma, más humanos. Y empezamos a aprender que, en otro nivel, también los corazones endurecidos por el cinismo o la injusticia o por la reluctancia a perdonar no están nunca fuera del alcance del radio de acción de Dios y pueden abrirse siempre a un nuevo modo de ser, a una visión de paz. (Benedicto XVI, “Discurso de Benedicto XVI a jóvenes discapacitados del Centro Nuestra Señora Reina de la Paz en Ammán”, 08-V-2009).

Dios tiene una vida para cada uno de nosotros; y no es lo que nosotros queremos, es lo que Él quiere. Muchas veces queremos tantas cosas, y nos cuesta encontrar el equilibrio entre la lucha por lo que queremos y Su voluntad. Ver todo con paz, como llevado de Su mano. Ver las dificultades como parte de la cruz, Su cruz; y aceptar todo lo que nos manda, incluso lo que no deseamos y que no se nos den todos nuestros sueños.


sábado, 9 de mayo de 2009

Pregunta a Benedicto XVI: "¿Cómo ve el futuro del diálogo entre las dos comunidades: judía y católica?"

Lo importante es que en realidad tenemos la misma raíz, los mismos Libros del Antiguo Testamento que son -tanto para los judíos como para nosotros- Libro de la Revelación. Pero naturalmente, tras dos mil años de historias distintas, es más, separadas, no hay que sorprenderse por el hecho de que se den malentedidos, porque se han formado tradiciones de interpretación, de lenguaje, de pensamiento muy distintas, por así decirlo, un "cosmos semántico" muy distinto, de modo que las mismas palabras en ambas partes significan cosas distintas; y con este uso de palabras que, en el curso de la historia han conformado significados diversos, nacen obviamente malentendidos. (Benedicto XVI, “Entrevista por Federico Lombardi”, 08-V-2009).

viernes, 8 de mayo de 2009

A propósito del viaje del Papa a Tierra Santa: ¿Puede el Islam respetar los derechos humanos?

Señor cuida al Papa en su viaje a Tierra Santa.

La libertad religiosa es ciertamente un derecho humano fundamental y es una ferviente esperanza y oración mías que el respeto de los derechos inalienables y de la dignidad de todo hombre y mujer llegue a ser cada vez más afirmado y difundido, no sólo en Oriente Medio sino en todas partes del mundo. Mi visita a Jordania me ofrece la grata oportunidad de expresar mi profundo respeto por la comunidad musulmana y de rendir homenaje al papel de quía que lleva a cabo Su Majestad el Rey al promover una mejor comprensión de las virtudes proclamadas por el Islam. Ahora que han pasado algunos años desde la publicación del Mensaje de Ammán y del Mensaje Interreligioso de Amman, podemos decir que estas nobles iniciativas han obtenido buenos resultados al favorecer una alianza de civilizaciones entre el mundo occidental y el musulmán, desmintiendo las predicciones de aquellos que consideran inevitables la violencia y el conflicto. (Benedicto XVI, “Discurso de Bienvenida a Jordania en su viaje a Tierra Santa”, 08-V-2009).

Siempre me he preguntado si una sociedad islámica puede respetar los derechos humanos, ¿será posible que el ejemplo de Jordania, como sociedad respetuosa de las libertades religiosas, se extienda a toda la civilización musulmana? ¿Es evitable la violencia extremista? ¿Puede argumentarse desde el Islam contra el extremismo terrorista islámico?. Creemos en un mismo y único Dios; en un Dios que se nos revela, que es bueno y creador, que nos da su ley para que seamos buenos y para que nos tratemos como sus hijos, como hermanos… ¿Por qué entonces no logramos la paz?.


jueves, 7 de mayo de 2009

MISIÓN EVANGELIZADORA: LA IGLESIA SALE A LA CALLE

Honegger Molina*
Desde el 14 de febrero de 2009 la Iglesia venezolana se encuentra alentando la Misión Continental Evangelizadora. Distintos agentes de pastoral se esmeran por asumir los acuerdos asumidos en mayo del 2007, en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en la ciudad de Aparecida, Brasil. Allí todos los obispos América Latina y el Caribe decidieron lanzarse con una gran renovación eclesial a profundidad para que todos los pueblos del continente tengan vida en Jesucristo. Compromiso que se está llevando a cabo en la iglesia venezolana, en todas sus instancias, con la formación de personas jóvenes para después ir a las calles con un mensaje fresco y esperanzador. Este es un tiempo de profunda renovación espiritual y pastoral que espera atravesar todas las estructuras eclesiales durante dos años consecutivos (2009-2010).
Se pueden ver los detalles programáticos de las etapas por países al introducir las palabras “misión continental” en Google, pues ya son, aproximadamente, 583000 los resultados que arroja el buscador de internet. Material que es de muy fácil acceso, razón por la que ahora lo obviamos. En esta ocasión la mirada se fija en tres presupuestos que, a nuestro modo de ver, son nucleares: 1º Encuentro personal con Jesucristo; 2º Conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios; 3º Fundación de comunidades cristianas. Sí esto se considera como algo verdaderamente vital y sin lo cual todo lo demás carece de contenido ya será un momento renovador de la Iglesia. Temas que también introduce el Concilio Plenario Venezolano como parte esencial de su llamado al nuevo paradigma evangelizador. Estamos ante la exigencia de un cambio de actitud en la forma de ser cristiano, un salir de las cuatro paredes del templo al encuentro con el otro, con el pobre y con los más rechazados.
El papa Benedicto XVI llamó a despertar el afán por el anuncio misionero que tiene que pasar de persona a persona y de casa en casa. Y que destaque las iniciativas pastorales, al enviar, sobre todo entre las casas de las periferias urbanas y del interior a laicos y religiosos, buscando dialogar con todos en espíritu de comprensión y delicada caridad. Misión evangelizadora que reclama abrazar con el amor de Dios a los pecadores, especialmente a los pobres y a los que sufren. Y más aún, si las personas encontradas están en una situación de pobreza extrema es necesario ayudarlas, como hacían las comunidades cristianas, desde la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad. El futuro de la Iglesia nos invita a soñar en una nueva primavera para la Iglesia venezolana que se vuelva a llenar de ilusión a cuantos creemos en la fuerza liberadora y en el poder subversivo y transformador del evangelio de Jesús.
En este nuevo tiempo axial, como lo define Jaspers, sueño con que los cristianos tengamos la valentía de volvernos de nuevo a Jesús y a su Evangelio para hacer una reflexión profunda e impulsar, desde ahí una mundialización alternativa a la globalización neoliberal que nos devasta y al socialismo bolivariano que nos atenaza, para ayudar a construir lo que Casaldáliga ha definido como la altermundialidad, en esa nueva sociedad humanizada que dialoga e incluye las minorías. En expresión de Martín Velasco, llegamos a una era de metamorfosis, un tiempo de cambios profundos y sorprendentes, donde la solidaridad con los pobres y la lucha contra toda forma de injusticia y de muerte tendrá que hacerse cada vez más profética desde los púlpitos de todas las iglesias católicas de Venezuela.
*Periodista. Miembro de la Revista Sic, y Párroco de las Acacias.

miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Por qué los católicos y los ortodoxos veneran imágenes?

Damasceno (675-749) escribía: "En otros tiempos Dios no había sido representado nunca en imagen, siendo incorpóreo y sin rostro. Pero dado que ahora Dios ha sido visto en la carne y ha vivido entre los hombres, yo represento lo que es visible en Dios. Yo no venero la materia, sino al creador de la materia, que se ha hecho materia por mí y se ha dignado habitar en la materia y obrar mi salvación a través de la materia. Nunca cesaré por ello de venerar la materia a través de la cual me ha llegado la salvación. ¡Pero no la venero en absoluto como Dios! ¿Cómo podría ser Dios aquello que ha recibido la existencia a partir del no ser?... Sino que yo venero y respeto también todo el resto de la materia que me ha procurado la salvación, en cuanto que está llena de energías y de gracias santas. ¿No es quizás materia el madero de la cruz tres veces bendita?... ¿Y la tinta y el libro santísimo de los Evangelios no son materia? ¿El altar salvífico que nos dispensa el pan de vida no es materia?... Y antes que nada, ¿no son materia la carne y la sangre de mi Señor? O se debe suprimir el carácter sagrado de todo esto, o se debe conceder a la tradición de la Iglesia la veneración de las imágenes de Dios y la de los amigos de Dios que son santificados por el nombre que llevan, y que por esta razón están habitados por la gracia del Espíritu Santo. No se ofenda por tanto a la materia: ésta no es despreciable, porque nada de lo que Dios ha hecho es despreciable" (Contra imaginum calumniatores, I, 16, ed. Kotter, pp. 89-90). Vemos que, a causa de la encarnación, la materia aparece como divinizada, es vista como morada de Dios. Se trata de una nueva visión del mundo y de las realidades materiales. Dios se ha hecho carne y la carne se ha convertido realmente en morada de Dios, cuya gloria resplandece en el rostro humano de Cristo. Por tanto, las invitaciones del Doctor oriental son aún hoy de extrema actualidad, considerando la grandísima dignidad que la materia ha recibido en la Encarnación, pudiendo llegar a ser, en la fe, signo y sacramento eficaz del encuentro del hombre con Dios. (Benedicto XVI, Audiencia General, 06-V-2009).

En muchas ocasiones he explicado este principio de diferenciación entre el culto a Dios y a las imágenes: al primero se le adora a lo segundo se les venera, son medios que representan y que nos ayudan a acercarnos a Dios. A pesar de este principio no puedo negar que las religiones que no poseen imágenes parecieran transmitir un culto más perfecto por ser purificado de intermediaciones materiales, pero – siguiendo al Papa y a San Juan Damasceno -: ¿acaso esta idea no es producto de una tradición de rechazo al cuerpo y a la materia? ¿el católico con las imágenes no está valorando la obra de Dios, la creación y muy especialmente la encarnación?.

lunes, 4 de mayo de 2009

El temblor de esta mañana a oración

El temblor de esta mañana, que me sacó de la cama, me hizo sentir vulnerable. Lo efímero del mundo, nos lleva a luchar por la confianza de estar en las manos de Dios. Pase lo que pase.

domingo, 3 de mayo de 2009

Quiero algo, quiero tantas cosas...

... pero especialmente quiero la paz de aceptar lo que Tú quieres para mí.

sábado, 2 de mayo de 2009

¿Por qué los católicos usan imágenes en su culto y espiritualidad?

Al final queda la pregunta: qué tiene que decirnos hoy este Santo (patriarca Germán de Constantinopla, siglo VIII), cronológicamente y también culturalmente bastante distante de nosotros. Creo sustancialmente tres cosas. La primera: hay una cierta visibilidad de Dios en el mundo, en la Iglesia, que debemos aprender a percibir. Dios ha creado al hombre a su imagen, pero esta imagen ha sido cubierta de tanta suciedad por el pecado, que en consecuencia Dios casi no se veía más en ella. Así el Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, perfecta imagen de Dios: en Cristo podemos así contemplar también el rostro de Dios y aprender a ser nosotros mismos verdaderos hombres, verdaderas imágenes de Dios. Cristo nos invita a imitarle, a llegar a ser semejantes a Él, para que en cada hombre se transparente de nuevo el rostro de Dios, la imagen de Dios. A decir verdad, Dios había prohibido en el Decálogo hacer imágenes de Dios, pero esto era con motivo de las tentaciones de idolatría a las que el creyente podía estar expuesto en un contexto de paganismo. Sin embargo, cuando Dios se hizo visible en Cristo mediante la encarnación, se hizo legítimo reproducir el rostro de Cristo. Las imágenes santas nos enseñan a ver a Dios en la figuración del rostro de Cristo. Tras la encarnación del Hijo de Dios, se ha hecho por tanto posible ver a Dios en las imágenes de Cristo y también en el rostro de los santos, en el rostro de todos los hombres en los que resplandece la santidad de Dios. Lo segundo es la belleza y la dignidad de la liturgia. Celebrar la liturgia en la conciencia de la presencia de Dios, con esa dignidad y belleza que deja ver un poco su esplendor, es la tarea de todo cristiano formado en su fe. Lo tercero es amar a la Iglesia. (Benedicto XVI, Audiencia General, 29-IV-2009).

viernes, 1 de mayo de 2009

¿Por qué la Eucaristía?


Muchas veces me cuesta comprender el misterio de la Eucaristía, pero luego pienso: Vivir la Eucaristía es querer estar en comunión contigo y vivir como Tú nos enseñaste. La Eucaristía es el sacramento del amor, del compartir, del hacernos uno contigo.


LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...