Mi sentida condolencia va también a las víctimas de la atroz violencia que ensangrienta a Nigeria y que no se ha detenido siquiera ante niños indefensos. Una vez más repito con ánimo dolorido, que la violencia no resuelve los conflictos, sino sólo acrecienta sus trágicas consecuencias. Hago un llamamiento a cuantos en el país tienen responsabilidades civiles y religiosas, para que trabajen por la seguridad y la convivencia pacífica de toda la población. Expreso finalmente ni cercanía a los pastores y a los fieles nigerianos y rezo para que, fuertes y firmes en la esperanza, sean testigos auténticos de reconciliación.
(Benedicto XVI, Audiencia General, 10-III-2010).
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