domingo, 28 de febrero de 2010

El caso de Marcial Maciel Degollado y los Legionarios de Cristo

Me ha gustado esta posición en relación a esta terrible polémica.
No debe repetirse
RAFAEL ARRÁIZ LUCCA

EL NACIONAL - Domingo 21 de Febrero de 2010 Opinión/11

Voy a referirles una historia estremecedora, la del fundador de Los Legionarios de Cristo, el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, fallecido en enero de 2008. Al final del artículo comprenderán por qué me asomo en el abismo de un tema tan doloroso y escabroso. Desde que supe de las denuncias sobre pederastia que recaían sobre Maciel, busqué todo lo escrito sobre el tema.
Entre los libros publicados, el de Fernando M. González, Los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos (Tusquets, España, 2006), me ha parecido el que ofrece mejores fuentes, aunque los de Martínez de Velasco y Jason Berry, en coautoría con Gerald Renner, del National Catholic Reporter, también son muy útiles para entender la magnitud de esta tragedia. La documentación sobre los delitos de Maciel en materia de pederastia es tan contundente y suficiente que condujo a que Juan Pablo II autorizara al cardenal Ratzinger a aceptar las evidencias en 2004, separó al cura de su ministerio y lo redujo a la penitencia, dada su avanzada edad.
Para entonces, después de las denuncias presentadas en 1998, ya Wojtila había afirmado que era "una guía para la juventud", distinción que ha debido producirles náuseas a las víctimas. Las primeras denuncias datan de 1959, pero fueron desestimadas en su gravedad por la jerarquía eclesiástica mexicana. Vinieron otras, pero también fueron dejadas de lado, siempre con el argumento según el cual era mejor tolerar la sodomía padecida por unos pocos infantes, que la ventilación pública de estos casos, que conllevarían a la perdida de la fe de multitudes.
El tiempo ha demostrado que era un argumento equivocado, y este es el punto que me lleva a escribir sobre esto. Veamos en frío el resultado: varias decenas de niños y adolescentes padecieron a Maciel, quien durante décadas no pudo sustraerse de su patología sino que, por el contrario, mientras sus superiores eclesiásticos subestimaban las denuncias, él cometía sus fechorías sexuales. Cuando Juan Pablo II tomó la decisión de abrir la investigación, ya era imposible obviarla.
No se hizo a tiempo, y ahora lo que va apareciendo es peor. La propia organización religiosa ha tenido que admitir que Maciel tuvo, al menos, una hija. Tres reclamaciones más de paternidad cursan en los tribunales, según la prensa española. En diciembre pasado, la institución que fundó tuvo que admitir que el libro El salterio de mis días, firmado por Maciel como suyo, es un plagio hasta de 80% de sus páginas del libro de El salterio de mis horas, de Luis Lucia Lucia, fallecido en 1943.
También, se admite que el sacerdote era adicto a la morfina y el demerol. ¿Todo este catálogo de horrores que va emergiendo invalida su obra religiosa? ¿En qué medida la institución que fundó es cómplice de estas atrocidades? El tema es complejo. La obra educativa de Los Legionarios de Cristo en el mundo es enorme y positiva. ¿Puede un hombre con una seria psicopatología, que perjudicó hondamente al prójimo con sus delitos, construir una obra de bien? Pues, los hechos demuestran que sí. Lo que sí no puede ocurrir más es que la Iglesia Católica desatienda denuncias fundamentadas, y prefiera proteger a sus ministros del escarnio público, que entregar a la justicia civil a los sacerdotes que incurren en delitos graves. Esta última opción, la que se adoptó hasta 2004 con Maciel, es la peor. Ratzinger ha dicho que tiene plena conciencia de la "suciedad que hay en la Iglesia" y se espera de él una actitud proactiva en este particular. En marzo se espera un veredicto del Vaticano.

martes, 23 de febrero de 2010

El concepto polaco de la historia. Leyendo la biografía de Juan Pablo II de Weigel (IV)

La situación de Polonia en la encrucijada de la Europa latina y la Europa bizantina, su geografía y sus repetidas experiencias de invasión, ocupación, resistencia y resurrección, darían lugar a un modo característicamente polaco de considerar la historia. (…) La nación polaca sobrevivió a la destrucción del Estado polaco, porque los polacos llegaron a creer que el poder espiritual era, con el tiempo más eficaz en la historia que la fuerza bruta. Una nación privada de su autonomía política podría sobrevivir como nación a través de su lengua, su literatura, su música, su religión; en una palabra, a través de su cultura. Ésta, no la política o la economía, era la fuerza motriz de la historia. (Weigel, George; 1999, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de la esperanza, P. 45).

lunes, 22 de febrero de 2010

Cuaresma: ¿Mejorar es posible?

Podemos mejorar el mundo comenzando por nosotros mismos, cambiando, con la gracia de Dios, lo que no está bien en nuestra vida. (…) si entra en nuestra vida, si tenemos confianza en Dios, podemos rechazar todo tipo de engaños del Tentador.
Podríamos decir que es un tiempo de "competición" espiritual que hay que vivir con Jesús, sin orgullo ni autosuficencia, más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia. De este modo podremos celebrar verdaderamente la Pascua, dispuestos a renovar las promesas de nuestro Bautismo.
(Benedicto XVI, Intervención con motivo del Ángelus dominical, 21-II-2010).
El cristianismo es lucha. Pero genera cierta frustración cuando pasa el tiempo y pareciera que no se avanza en nada. Hay defectos tan arraigados. ¿Somos los cristianos unos perfeccionistas? ¿Obsesivos? ¿Maniáticos? ¿No caemos con frecuencia en los escrúpulos?. El cristiano busca la caridad, por eso anhela vivir las virtudes. No por una manía perfeccionista. ¿Cómo anhelar la santidad alegramente, caritativamente, sin frustraciones?.

domingo, 21 de febrero de 2010

El cristiano NO PUEDE NI DEBE ser intolerante. Leyendo la biografía de Juan Pablo II de Weigel (III)


A causa de la radiante humanidad de Cristo, nada hay genuinamente humano que no afecte a los corazones de los cristianos. La fe en Cristo no nos aboca a la intolerancia. Por el contrario, nos obliga a inducir a los demás a un diálogo respetuoso. El amor a Cristo no nos distrae de interesarnos por los demás, sino que nos invita a responsabilizarnos de ellos, a no excluir nadie…” (Juan Pablo II, Discurso ante las Naciones Unidas, 1995). Su fe es Karol Wojtyla, en el más profundo nivel de su condición de persona. (…) es la convicción de que Jesucristo constituye la respuesta al interrogante que entraña cada vida humana. (Pp. 26-27).

¿Yo soy mi fe?. No lo sé. Todo cristiano debe temer el caer en el fundamentalismo. Pero Juan Pablo II nos dice que no hay en ese peligro, porque la humanidad de Cristo es todo caridad.

viernes, 19 de febrero de 2010

La vida es un drama moral. Leyendo la biografía de Juan Pablo II de Weigel (II)

Biografìa de Juan Pablo II. Testigo de Esperanza de George Weigel. Empezamos a dejar nuestros extractos y comentarios por acà.

JPII pensó en su adolescencia que la crisis del mundo moderno es una crisis de ideas, una crisis de las mismísimas ideas del ser humano. La historia se escribía a partir de la cultura y de las ideas que conformaban las distintas culturas. Las ideas entrañaban consecuencias. Ya así la idea del ser humano que dominaba una cultura era defectuosa, podían suceder dos cosas: que esa cultura originara aspiraciones destructivas, o bien que resultara incapaz de comprender sus más íntimas esperanzas, incluso aunque fueran expresadas en los términos más noblemente humanísticos.

Ser humano supone ser un agente moral, lo que significa a su vez que vivimos en un universo humano cuya mismísima estructura es dramática. Y el gran drama de cualquier vida es la lucha por rendir “la persona que soy” a “la persona que debo ser”. Esa lucha significa enfrentarse a la realidad del maligno, no evitarlo (…). Pero lo maligno no ha tenido la última palabra, pues en el centro del drama humano está Cristo, la imagen del Dios invisible, cuya participación en la condición humana y cuya conquista sobre la muerte significarán que la esperanza no es ni vana ilusión ni una fantasía (…). Esta esperanza es la verdad de nuestro mundo (P. 24).

Si pensamos al ser humano como persona única e irrepetible, las cosas podrían cambiar; pero ¿Cuántos pueden descubrir y valorar esta definición y puede hacer conducta las consecuencias de esta Verdad?. Desde que conocí estas definiciones, no he dejado de repetirlas a mis alumnos, ¿Cuántos las han hecho suyas?. ¿Las hago mías cuando pienso en los diferentes a mi y tanto tirano que hay por el mundo?

jueves, 18 de febrero de 2010

Leyendo la biografía de Juan Pablo II de Weigel (I) Mètodo de la biografía

Gracias a la recomendación de la buena amiga Ludmila, hemos empezado a leer la Biografìa de Juan Pablo II. Testigo de Esperanza de George Weigel. Me tiene muy pero muy pegado a la lectura, me encanta esta biografìa. Me està ayudando a repensar el peso de Karol Wotyla/Juan Pablo II en mi cristianismo y forma de pensar. Empezamos a dejar nuestros extractos y comentarios por acà.

Leyendo la explicación de Wiegel sobre lo polémico de la visión que tiene el mundo de JPII, señala que contra “el establecimiento de la utilidad como el único criterio para la valoración de cualquiera, ha insistido en que todo ser humano posee dignidad y valía inherentes e inalienables” (p. 23). Pienso en que debemos buscar más el escuchar a los humildes, a los menos queridos por nuestra sociedad... es algo que olvidamos siempre, admirados por los famosos, ricos y poderosos.

Wiegel busca hacer un análisis desde el interior de las convicciones y compromisos de JPII.

En las mismísimas raíces de nuestra humanidad se halla un elemento extrahistórico, y cualquier intento de comprender a alguien implica penetrar hasta esas raíces (Karol Wojtyla, El hermano de nuestro Dios).

martes, 16 de febrero de 2010

¿Qué son las Bienaventuranzas?

Las bienaventuranzas se basan en el hecho de que existe una justicia divina, que ensalza a quien ha estado humillado y que abaja a quien se ha ensalzado (cfr Lc 14,11). De hecho, el evangelista Lucas, después de los cuatro “dichosos vosotros”, añade cuatro admoniciones: “ay de vosotros, los ricos... ay de vosotros, que estáis saciados... ay de vosotros, que reís” y “ay, cuando todos los hombres hable bien de vosotros”, porque, como afirma Jesús, las cosas se invertirán, los últimos serán primeros y los primeros últimos” (cfr Lc 13,30).
Esta justicia y esta bienaventuranza se realizan en el “Reino de los cielos” o “Reino de Dios”, que tendrá su cumplimiento al final de los tiempos pero que está ya presente en la historia. Donde los pobres son consolados y admitidos al banquete de la vida, allí se manifiesta la justicia de Dios.

(Benedicto XVI, Intervención con motivo del Ángelus dominical, 14-II-2010).

Muchos critican esta visión, dándole a la religión el ser una forma de consuelo de los fracasados, pobres y sufrientes. Crees en Dios porque no te queda otro consuelo. En esta lógica, los ricos son arreligiosos o ateos; y la prueba (nos dicen) está en el ejemplo de la prosperidad de Europa ha generado el laicisimo más radical. Señor ¿Cómo responder a este argumento?.

¿Realmente es consuelo? ¿Acaso no es el cristianismo un reto moral y de transformación de vida que implica sacrificios y en algunos casos sufrimientos?. El cristianismo es el cambio de las pasiones…y su asimilación a una: la caridad. El cristianismo es otro tipo de justicia, quizás una que va más allá de ella: la misericordia. ¿Qué nos dices Señor en las bienaventuranzas? Pienso que no las he comprendido todavía. Un plan de vida nos dicen. Nos dices que debemos ser pacientes, nos recuerdas la realidad de la cruz, pero una cruz que no es definitiva. Nos muestras el camino de la cruz para llegar a la resurrección. Nos enseñas que el inevitable dolor de nuestro mundo libre y limitado no es un sufrimiento inútil. El dolor nos transforma moralmente siempre y cuando se ponga el Amor en medio de él.

lunes, 15 de febrero de 2010

Benedicto XVI y la Cuaresma que comienza, extracto

Mis extractos y surayado.

Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas.

(…) Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle.

(…) ¿qué justicia existe dónde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de "lo suyo"? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.

Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.

(Benedicto XVI, Mensaje del Papa para la Cuaresma de 2010, 30-X-2009).

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