domingo, 21 de febrero de 2010

El cristiano NO PUEDE NI DEBE ser intolerante. Leyendo la biografía de Juan Pablo II de Weigel (III)


A causa de la radiante humanidad de Cristo, nada hay genuinamente humano que no afecte a los corazones de los cristianos. La fe en Cristo no nos aboca a la intolerancia. Por el contrario, nos obliga a inducir a los demás a un diálogo respetuoso. El amor a Cristo no nos distrae de interesarnos por los demás, sino que nos invita a responsabilizarnos de ellos, a no excluir nadie…” (Juan Pablo II, Discurso ante las Naciones Unidas, 1995). Su fe es Karol Wojtyla, en el más profundo nivel de su condición de persona. (…) es la convicción de que Jesucristo constituye la respuesta al interrogante que entraña cada vida humana. (Pp. 26-27).

¿Yo soy mi fe?. No lo sé. Todo cristiano debe temer el caer en el fundamentalismo. Pero Juan Pablo II nos dice que no hay en ese peligro, porque la humanidad de Cristo es todo caridad.

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