domingo, 7 de septiembre de 2008

Una confesión de fe que me ha encantado

El blogamigo "El tigrero literario", nos ha dejado acá este post que transcribo.
domingo 7 de septiembre de 2008

Algunos científicos, insisten en afirmar que lo que llamamos “alma humana” o al menos nuestra conciencia del yo, no es más que el producto de una simple reacción química en el cerebro.Si esto fuese cierto – y la ciencia tiene la sagrada obligación de escarbar en los misterios de la existencia- la promesa de vida después de la muerte sería sólo un mito de carácter moral, es decir, un engaño, y en consecuencia, la Humanidad estaría expuesta a la más espantosa desorientación, al hundimiento en el un oscuro abismo existencial, pues en ese instante no es que estaríamos solos sino íngrimos y sin ningún sentido de trascendencia.

Pero, por lo que a mí respecta, creo en Dios por la poca teologal razón de haber visto a mi madre rezando a ese Dios todas las noches antes de dormir. Puede que alguien diga que lo que me pasa a mí no es fe devocional sino amor materno. Me da igual. Porque esa certidumbre es el indiscutible cordón umbilical que me unirá a ella más allá de la solitaria tumba donde se hallan sus restos en un antiguo cementerio pueblerino de España.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A los lectores de Notas Espirituales debo recordarles que aunque mi amigo Solrac, coloca al blog de Tigrero (el de este servidor) como la autoría de la nota, en realidad lo único que hice fue copiarla. La nota en realidad pertenece a Rafael Del Naranco, columnista del Mundo y sus Vueltas, en el despertino El Mundo, Caracas, mayo del 2005.

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