domingo, 21 de septiembre de 2008

Benedicto XVI (2006), "Jesús de Nazaret" (IV): "2. Las tentaciones de Jesús”

Benedicto XVI: “Jesús de Nazaret” (“2. Las tentaciones de Jesús”; pp. 48-71)

Problema: ¿Por qué Jesús es tentado? ¿Qué nos dice Jesús con sus tentaciones?

Tesis: “Jesús debe recorrer el camino humano para salvar a cada mujer y hombre”

1) Desde el bautismo Jesús es “ungido” para llevar a cabo su misión: rey y sacerdote de la historia.

2) Empezar la misión es precedida por el recogimiento: la lucha interior por la misión, contra sus desviaciones, “que representan la apariencia de su verdadero cumplimiento.” (p. 50).

3) Jesús “debe recoger toda la historia desde sus comienzos, recorrerla y sufrirla hasta el fondo, para poder transformarla” (p. 50).

4) “Como el había pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella” (p.51).

5) “Donde el pecado es vencido, donde se restablece la armonía del hombre con Dios, se produce la reconciliación de la creación; la creación desgarrada vuelve a ser un lugar de paz” (p.51).

6) “Los oasis de ka creación que surgen, por ejemplo, en torno a los monasterios benedictinos de Occidente, ¿no son acaso una anticipación de esta reconciliación de la creación que viene de los hijos de Dios? (p. 52).

7) Sentido de la primera tentación: pan y hambre (soberbia de un mundo sin Dios). La pregunta es: “¿qué es lo que cuenta verdaderamente en la vida humana?”. Nosotros dejamos de a Dios de lado por cosas que creemos lo más importante: como resolver los problemas terrenales (pp. 52-53). Por ello reprochamos a Dios el dolor del mundo, por ello prometemos resolver sólo el hambre (marxismo) sin resolver el hambre espiritual.

8) Respuesta ante la primera tentación: en contrapartida está el milagro de la multiplicación de los panes; pero el cual se da sólo si esta precede a la búsqueda de Dios, de su palabra, de una recta orientación de toda la vida. Pedir el pan a Dios, y compartirlo. Jesús no es indiferente al hambre pero lo sitúa en el contexto adecuado y le da prioridad a Dios (p. 57).

9) La segunda tentación, o todas, se refieren a la existencia de Dios: se intenta probar a Dios para reconocer su existencia; es así como somos arrogantes y queremos imponerle nuestras condiciones experimentales. Esto significa que nosotros negamos a Dios de entrada, puesto que nos ponemos por encima de él. “Porque dejamos de lado toda dimensión del amor, de la escucha interior, y sólo reconocemos como real lo que se puede experimentar, lo que podemos tener en nuestras manos” (p. 62).

10) Sentido de la tercera tentación, es la que intenta “asegurar la fe a través del poder, y la fe ha corrido siempre el riesgo de ser sofocada precisamente por el abrazo del poder” (p. 65).

11) La tercera tentación es la fundamental: se refiere a lo que debe hacer el salvador del mundo. Es el concepto de Mesías, que no es un constructor de un mundo perfecto en la tierra (poder mundano), sino la cruz y “la nueva comunidad completamente diversa que nace de la cruz” (p.67). “El imperio cristiano o el papado mundano ya no son hoy una tentación, pero interpretar el cristianismo como una receta para el progreso y reconocer el bienestar común como la auténtica finalidad de todas las religiones, también de la cristiana, es la nueva forma de la misma tentación” (p. 68).

12) NO PODEMOS DIVINIZAR EL PODER Y EL BIENESTAR. No son palabras fáciles, y por eso el Papa señala que “la causa de Dios parece estar siempre como en agonía”, nos parece poco el mensaje, la promesa de Dios, es muy silencioso para nuestros deseos; “pero constituye el poder verdadero, duradero (…) es lo que permanece y salva” (.p. 70).

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