Corpus. Eucaristía profanada... pero de otra forma
Con motivo del Corpus, se habla un año más de las profanaciones de la Eucaristía. Y cuando se habla de esto, se ofrecen, cómo no, ejemplos diversos. Como parroquias en las que el Santísimo ha sido robado o arrojado por el suelo, o gente que comulga, y luego se guarda la Sagrada Forma para vaya usted a saber el qué. Soy sensible a estas cosas. Entre otras cosas porque hace un año me tocó sufrirlas. Alguien entró en el templo, robó todos los objetos de culto y dejó las formas tiradas por la iglesia. Aquello nos supuso una auténtica conmoción que culminó en un acto público de desagravio en el que contamos con la presencia de un obispo, dos vicarios episcopales y numerosísimos fieles.
Pero ésta, con ser grave, no es la profanación de la Eucaristía que más me inquieta. Tampoco el que la gente se acerque a comulgar “de cualquier modo” (¿qué sabemos de la conciencia de cada cual?). Lo que sí me parece grave es que se pueda celebrar la Eucaristía sin unirla al compromiso con los pobres.
Cito a San Pablo: “Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor;porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo!Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: "Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío." Asimismo también la copa después de cenar diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío." Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor”.
Es decir, que la dignidad o la indignidad de la Eucaristía no es problema de incienso, ni de vestiduras exactas, ni de comulgar en la mano o en la boca. Que la auténtica dignidad está en compartir los bienes con los pobres.
Este texto de Pablo, traído a cuenta mil veces para hablar de la institución de la Eucaristía, suele quedar mutilado de los primeros versículos. Y así se convierte la Eucaristía en un acto más de culto o devoción completamente al margen de la vida.
La comunión sin caritas, sin compromiso real con el pobre, sin compartir los bienes, es comunión indigna por mucho incienso, mucho canto, mucho alabado sea el santísimo y mucha procesión. Y eso sí e sprofanar la Eucaristía.
Por cierto, en las homilías del día del Corpus –este pasado domingo- , empezando por sacerdotes y acabando por cardenales… ¿cuántas veces aparecen palabras como “pobres”, “Caritas”, “compartir”, “solidaridad”? Pues eso, que de acuerdo en que la Eucaristía está siendo profanada.
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