jueves, 4 de agosto de 2005

El Santo Cura de Ars: nada de ciencia mucho de sabiduría

Hoy sí Señor estoy cumpliendo mi plan para vacaciones, algo me he distraído, pero estoy leyendo, estoy formándome en estos tiempos de descanso para después en septiembre cuando todo comience estar más preparado. He pensado mucho, en medio del estudio, en el Santo Cura de Ars: Juan Vianey (1776-1859) al ser hoy su día, y más aún por ser ejemplo de cómo la oración y el sacrificio pueden cambiar situaciones en las que domina la maldad. Señor ayúdame a ser como él, confiando sólo en Ti y no en mis poquísimos conocimientos y habilidades.

El cura de Ars se llama así porque le dedicó al pueblito de Ars en Francia toda su vida, haciendo de este un lugar distinto al que era cuando lo designaron como párroco. Yo no sabía nada de este santo hasta que mis amigos del Opus - hace ya diez años - me hablaron de él como una persona de poca inteligencia pero que fue un instrumento de Dios para la santificación de mucha gente, es decir: el curita nos sirve de inspiración para luchar por ser santos a pesar de los muchos defectos que tengamos, a pesar de que no tengamos la aptitud (las habilidades, virtudes y condiciones) para ayudar a los demás tanto en lo espiritual como en lo material. Podría decirse que la historia San Juan Vianey es la historia de la “multiplicación de los panes” del Evangelio del domingo pasado pero en el mero plano espiritual. Este santo también es modelo de lo que deben ser los sacerdotes, los párrocos: ser almas de oración y jamás descuidar la misa y sobretodo LA CONFESIÓN. La cura de almas por medio de este sacramento era el don más grande que tenía, confesaba entre 12 y 16 horas diarias porque su fama era tal que la gente hacía cola para hablar con él, e incluso fijaban citas para ser atendidos en varios días. Imagino un pueblito francés de tan solo 400 habitantes recibiendo miles de personas para sólo estar unos minutos con un curita que fue sacerdote de milagro, ya que no pasaba sus exámenes para ordenarse. Muchas veces al pensar en la confesión pienso a la vez como hoy las consultas con los psiquiatras han crecido en los países desarrollados y también en los no tan desarrollados...me digo: ¿por qué no hablan con un cura bueno? Es gratis y seguro que encontrarán la paz, y de ser católicos saben bien que se gana mucho más que la tranquilidad mental, se gana la conciencia, se gana el cielo.

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