lunes, 3 de agosto de 2009

Algo sobre el "distribucionismo" de Chesterton

Nota: gracias al buen amigo Oscar Facal llegamos a este artìculo.
Distribucionismo, ¿intermedio entre capitalismo y socialismo?
Federico Rodríguez de Rivera

federicorderivera@gmail.com

Cortesía de www.aragonliberal.es

No es de extrañar que Chesterton abominara al socialismo y que afirmase que si un cristiano se hacía socialista acababa dejando de ser cristiano. No se puede forzar lo que es libre. La propiedad privada está intrínsecamente unida a la naturaleza humana. Pero también está unido a esa naturaleza el carácter social y solidario de los hombres.

Por eso Chesterton intentó corregir el "capitalismo" con la predicación del "distribucionismo" que también se convirtió en una utopía imposible, si bien justifica la intervención de la sociedad a través del Estado para resolver las lacras sociales de la pobreza y de la ignorancia.

Pero ese modelo que quizá sea el que sostienen muchos "personalistas", choca con que también es natural la generación de grandes fortunas y la concentración de riquezas que permiten un más eficiente desarrollo para todos. Y ya me gustaría que hubiese muchos católicos practicantes entre esas grandes fortunas: harían un gran bien.

No podemos negar que el egoísmo y el "mero interés", que son distintos, no generan ni justicia ni paz social. El bien no se deriva del mal. Tampoco generan paz social los impuestos onerosos o injustos. La redistribución de la riqueza del estilo socialista nunca es voluntaria y acaba generando pobreza porque mata el "interés", ahoga la iniciativa y uniformiza: potencia individuos uniformes y desincentiva la pluralidad.

Por otra parte la "libertad" en sí no es ni virtud ni vicio, sino un medio necesario y natural, para que "con el interés" y el "recto obrar" se fomente riqueza personal, de los que trabajan en el proyecto empresarial y de todo el cuerpo social.

Ahogar la libertad es matar el progreso. Limitar la libertad o distribuir a la fuerza la propiedad para genera "pequeños burgueses" es un "socialismo moderado" pero socialismo y no es viable en el mundo real.

El mundo real no es un mundo justo y quizá nunca lo será. En el mundo real el individualismo es egoísta y el socialismo es la presión de hacerse con el poder dentro del Partido. En el mundo real la acumulación de riqueza no necesariamente se orienta al bien social. En el mundo real los negocios no siempre se atienen a la palabra dada, a la justicia, al libre mercado.

El mundo real requiere "tutelar la libertad y la justicia". No somos ni seremos ángeles.

Y si en el mundo real la mayoría de las personas vive perezosamente, la rémora es para todos. Si viven buscando el placer y la inmediatez, esa falta de ética repercutirá en los negocios y en la generación de las fortunas. Si se educa a la gente en el relativismo ético y en el miedo al peso de la ley, los más inteligentes encontrarán el mecanismo para imponer su poder y escaquearse de la ley.

La realidad del "hombre caído" exige al sistema social correcciones que no son socialismo sino defensa de la libertad.

Pero, incluso dentro de una sociedad sana éticamente, los dones y oportunidades son muy variados. De modo natural habrá pobres y ricos, sanos y enfermos, jóvenes con futuro y gente fracasada. No somos "individuos aislados" sino "personas agrupadas". Y es deber social procurar atender esas necesidades.
Ningún hombre es desechable. Los católicos lo sabemos: "lo que hicisteis a uno de ellos a mí me lo hiciste". Por eso además de la justicia distributiva existe una justicia social que es obligación de los gobernantes.

Ahora, arremeter contra la libertad porque han fallado los sistemas de control es errar el tiro. El sistema ha fallado porque la ética y la moral se han debilitado. Las trampas han sido más sofisticadas y el batacazo ha tardado en llegar pero ha sido más gordo

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