El padre Garrigou-Lagrange se convirtió en director de la tesis doctoral de Karol Wojtyla, que examinaba la interpretación de la fe de San Juan de la Cruz. (…) Para Wojtyla como para Jan Tyranowski, los escritos del carmelita español trazaban el mapa del terreno de la experiencia mística. (…) La tesis es la tensión entre la especulación teológica de San Juan de la Cruz y la teología eclesiástica de Santo Tomás de Aquino.
En su tesis Wojtyla ponía énfasis en la naturaleza personal del encuentro humano con Dios, en el que los creyentes trascienden de tal modo los límites de su existencia como criaturas, que se tornan más auténticamente ellos mismos. Ese encuentro con el Dios viviente no está reservado tan sólo a los místicos. Es el centro de toda vida cristiana. La experiencia mística revela cosas acerca del camino hacia Dios y la comunión con Él; y que la mayor sabiduría que podemos alcanzar es la de saber que podemos “objetivizar” nuestro conocimiento de Dios, pues no llegamos a conocerle como conocemos un objeto, sino como conocemos a una persona, a través de la entrega mutua de uno mismo. Como dos personas que se aman llegan a vivir una “dentro” de la otra sin perder sus propias y únicas identidades. Dios llega a vivir en nuestro interior y, en cierto sentido, nosotros llegamos a habitar “Dentro de Dios”, sin que las diferencias radicales entre Creador y criatura se hayan perdido. El objetivo de la vida cristiana es convertirse en Dios por participación.
La tesis de Wojtyla extraía otras tres conclusiones:
1) Puesto que Dios no puede ser conocido como conocemos un objeto, existen límites para la racionalidad como aproximación al misterio de Dios. La razón puede saber que Dios existe, pero la razón natural es incapaz de explicarnos todos los atributos de Dios de la Biblia.
2) La fe es un encuentro personal con Dios, pero no nos permite su “aprehensión”, porque sería mayor que Dios. Porque es persona no es objeto.
3) La comunión mística, más que una “subida” emocional, es una experiencia de comunión, de “hallarse con”, que trasciende por completo las convenciones de nuestra existencia como criaturas.
Dada la naturaleza intensamente personal del encuentro con Dios, la persona humana debe disfrutar de libertad, pues a una relación de mutua autoofrenda sólo puede accederse libremente.
(…) El 14 de junio de 1948, aprobó los exámenes doctorales con puntuaciones altas, la tesis obtuvo una puntuación de dieciocho sobre veinte. Pero por no poder pagar la impresión de la tesis no se pudo graduar en la Angelicum, sino en la Facultad de Teología de la Jagelloniana en diciembre de ese año.
(Weigel, George; 1999, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de la esperanza, Pp. 127-129).
En su tesis Wojtyla ponía énfasis en la naturaleza personal del encuentro humano con Dios, en el que los creyentes trascienden de tal modo los límites de su existencia como criaturas, que se tornan más auténticamente ellos mismos. Ese encuentro con el Dios viviente no está reservado tan sólo a los místicos. Es el centro de toda vida cristiana. La experiencia mística revela cosas acerca del camino hacia Dios y la comunión con Él; y que la mayor sabiduría que podemos alcanzar es la de saber que podemos “objetivizar” nuestro conocimiento de Dios, pues no llegamos a conocerle como conocemos un objeto, sino como conocemos a una persona, a través de la entrega mutua de uno mismo. Como dos personas que se aman llegan a vivir una “dentro” de la otra sin perder sus propias y únicas identidades. Dios llega a vivir en nuestro interior y, en cierto sentido, nosotros llegamos a habitar “Dentro de Dios”, sin que las diferencias radicales entre Creador y criatura se hayan perdido. El objetivo de la vida cristiana es convertirse en Dios por participación.
La tesis de Wojtyla extraía otras tres conclusiones:
1) Puesto que Dios no puede ser conocido como conocemos un objeto, existen límites para la racionalidad como aproximación al misterio de Dios. La razón puede saber que Dios existe, pero la razón natural es incapaz de explicarnos todos los atributos de Dios de la Biblia.
2) La fe es un encuentro personal con Dios, pero no nos permite su “aprehensión”, porque sería mayor que Dios. Porque es persona no es objeto.
3) La comunión mística, más que una “subida” emocional, es una experiencia de comunión, de “hallarse con”, que trasciende por completo las convenciones de nuestra existencia como criaturas.
Dada la naturaleza intensamente personal del encuentro con Dios, la persona humana debe disfrutar de libertad, pues a una relación de mutua autoofrenda sólo puede accederse libremente.
(…) El 14 de junio de 1948, aprobó los exámenes doctorales con puntuaciones altas, la tesis obtuvo una puntuación de dieciocho sobre veinte. Pero por no poder pagar la impresión de la tesis no se pudo graduar en la Angelicum, sino en la Facultad de Teología de la Jagelloniana en diciembre de ese año.
(Weigel, George; 1999, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de la esperanza, Pp. 127-129).
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