Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en Código Venezuela
Benedicto XVI: ¿lo conocemos realmente?
La noticia de la
renuncia del Papa nos llega a los venezolanos en medio de la devaluación chavista
de nuestra moneda, devaluación que nos dejó 42% más pobres. Y a pesar del
cariño que le tenemos los católicos al Santo Padre sería natural estar tristes,
pero la realidad es que este anuncio nos llena de esperanzas debido a que es
prueba que los gobernantes honestos y humildes si existen. Además, prueba
también la permanente renovación de la Iglesia Católica y su papel como faro
moral en el mundo de hoy.
En lo personal, esta
renuncia es un nuevo motivo para admirar a Benedicto XVI. No niego que en
tiempos de Juan Pablo II lo vi como una persona conservadora por tener a su
cargo el Santo Oficio (se puede decir que me dejé llevar por la mala prensa), y
cuando fue electo como Papa no me sentí feliz. Pero como buen católico que
intento ser (repito: intento, aunque no lo logre siempre) lo acepté porque es
el Papa y le debemos un cariño y fidelidad como “hijos” dentro de la Iglesia.
Es así como empecé a rezar por él y me propuse conocerlo mucho mejor; leyendo
sus homilías, Encíclicas, mensajes en el Ángelus dominical y la Audiencia
General de los miércoles; y muy especialmente en su obra escrita anterior al
papado. Mi sorpresa fue inmensa al descubrir un hombre no solo inteligente,
sino comprometido con la cristiandad y la lucha por la dignidad de todos los
seres humanos. Pero también una persona humilde y bondadosa. Estaba agradecido
y contento porque Benedicto XVI seguía la tradición de todos los Papas desde
finales del siglo XIX: ser personas santas y comprometidas con el bien en este
mundo.
El problema con
Benedicto XVI ha sido que no lo conocemos realmente. Acostumbrados a la
civilización del espectáculo, no aceptamos a un hombre sereno y tranquilo poco
dado al dominio de los medios y su lógica teatral. El otro elemento que ha
llevado a este desconocimiento, es que él ha sido el sucesor de un gran Papa
con un inmenso carisma. Las personas, tanto dentro de la Iglesia como fuera de
ella, han tendido a la comparación. La actitud sincera es abandonar esta
perspectiva superficial y acercarnos a su obra intelectual y como pastor, y
especialmente a su vida. De esa manera, al mirar sus 8 años de pontificado y su
vida como sacerdote-profesor-teólogo, el balance no solo es positivo sino
edificante. Recomiendo la lectura de sus tres tomos sobre Jesús de Nazaret, la
hermosa entrevista que resume su vida y conocimientos hasta 1996 de Peter Seewald:
“La sal de la Tierra”, y si son más osados: sus Encíclicas. Además, el
excelente canal “Vale TV” pasará este fin de semana (y seguro en los siguientes
días) varios programas sobre nuestro Papa. No quedarán defraudados, se los
aseguro.
No “despachemos” este
tema como algo coyuntural; y mucho menos asumamos la actitud, un tanto
indolente de dar opiniones rápidas y sin conocimientos. Recordemos que como
venezolanos lo cristiano-católico nos constituye culturalmente, y la Iglesia es
la institución más longeva de nuestra historia y la de mayor prestigio.
Solo me queda, como
católico y ciudadano del siglo XXI, darle las gracias a este gran maestro y
pastor que ha sido Joseph Ratzinger: nuestro Papa Benedicto XVI. No tengo la
menor duda que su legado será reconocido por el mundo entero, y en lo personal:
él ya es parte fundamental de mi formación cristiano-católica y humana. ¡Mil
gracias Santo Padre!