sábado, 24 de septiembre de 2011

¡Qué abandonado tengo el blog! Aunque seguimos con nuestra vida espiritual, claro está.

Intentaremos retomarlo con humildad.

El domingo pasado consideramos que el Evangelio de la misa logró un cambio en nosotros...

¿Un paso en la humildad? Eso esperamos. Dice así:


Evangelio según San Mateo 20,1-16a.


Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.


Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.


Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.


Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.


El propietario respondió a uno de ellos:


'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos".


La idea dominante que me inspiró es que somos empleados de Dios y Él establece el salario, no debemos desesperar porque no obtengamos reconocimientos acá en la Tierra. Esa es la humildad: saber que nada depende de nosotros sino de Dios, y no por ello debemos ser flojos, sino trabajar con responsabilidad porque Él es el Jefe, y la medida del esfuerzo es LA DONACIÓN, LA GRATUIDAD DEL AMOR QUE PONEMOS EN LAS COSAS QUE DIOS NOS HA ENCOMENDADO (La familia, los seres queridos, la colaboración en su CREACIÓN, ser cocreadores, pues).

¿Qué no es valorado por el Mundo? No importa, Dios es el que lo valorará.

HUMILDAD, HUMILDAD, HUMILDAD!!

Fácil de decir, difícil de vivir.

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